Despidió temporada Alberto Chicote en un restaurante hindú -el 'Sagar'- situado en el madrileño barrio de Salamanca donde tuvo que lidiar con dos morlacos de primera categoría. Los singulares cocineros que administraban con tiranía el poder establecido.
Chicote no solo sufrió a los dictadores, también lo hizo con la propietaria del negocio. Una señora melodramática y lacrimógena que se tiró medio programa llorando y que parecía que se había escapado de un rodaje de Bollywood.
El programa para Alberto no empezó mal del todo, ya que por primera vez en diez programas admitió que uno de los platos de los que prueba al principio le gustaba -"no es para tirar cohetes pero no está mal"-.
Milagro inicial. Luego todo fue a peor. Sobre todo cuando le tocó entrar en la cocina.
Pareció que Chicote en su despedida llegaba a la última pantalla de un videojuego Arcade de los 90, donde tienes que superar a "el jefe". El bicho difícil al que superar -con el rollo hindú recordaba a Dhalsim, ese "escupefuego" saltarín de 'Street Fighter'-.
El bicho en cuestión era duro de pelar. Babú se llamaba el sujeto prepotente y maleducado que además de un tirano era un guarro. Encima de la repisa tenía preparado un bote de colonia para ahorrarse la ducha de después de trabajar. Español no entendía una puta mierda, pero de cultura española sabe un rato.
Pues el tal Babú después de mandar a tomar por el culo a la propietaria y decirle que no tenía ni zorra idea de cocina osó a echar de la cocina al propio Chicote -"es la primera vez en mi vida que me echan de una cocina", decía el chef-.
Babú la armaba con una sonrisa cínica en la boca, con la misma alegría con la que le decía a Chicote que la verdura era fresca -con la bolsa de verdura congelada en la mano-.
Los del programa para ponerlo en un aprieto y para armar circo llamaron a unos cuantos actores en paro para quejarse de la comida que servía el amigo Babú.
"Hay demasiada comida", decía un extra con frase -a 50 € la sesión-. "Este plato es para dos", respondía la propietaria. "Es que no nos habían dicho nada", culminaba el actor. Claro que no te han dicho nada, campeón. En el guion decía que te quejaras de lo que fuese, pero en España ¿quién coño se queja de que le pongan mucha comida?.
"¿No picará?", preguntaban asustados los actores ocasionales sobre la comida. Claro que no. Tú vas a un hindú y la comida no pica. ¿Qué coño hacen en un hindú?.
"Tengo el estomago un poco delicadillo", decía uno de la compañía de teatro. Haberte quedado en casa. Eso es como los que piden un chuletón y lo devuelven a la cocina porque está poco hecho. Pídete una pizza y deja de dar el coñazo.
"Él no sabe", repetía Babú sobre el chef. Y Chicote después de hacerse el ofendido por tal acusación llamó a un experto en cocina de la India para que le arreglara el entuerto. Las páginas amarillas están para eso.
Para mejorar el circo, una de efectos especiales y otra de guion. Ardió el microondas y el ayudante de cocina se largó en medio del servicio. Maravilloso.
Como ya tenían material para el programa, le pidieron a Babú que cambiara de actitud. Y el "Mourinho hindú" se transformó en un tipo apacible y sonriente que admitía ordenes. "Ningún problema", repetía.
Es el mismo puto esquema de "Hermano mayor". Nos quieren hacer creer que en una semana el drogata del Jonathan que agrede a sus padres y destroza la casa se convierte en Bambi.
Ojala en la vida real todo fuese tan fácil. Ni los adolescentes problemáticos cambian en una semana ni lo hacen los restaurantes. Pero la telebasura nos trae estos circos. Y lo peor es que hay gente lerda que se lo cree. Pero no hay que pedirle peras al olmo.
Al final del capítulo todo como siempre tiene un final Disney. Los clientes sonríen y aplauden, el malo de la película cambia, toda la comida está cojonuda y todos son felices y comen perdices.
Para rematar, el generoso Chicote regalaba un robot de cocina al cocinero. "Es la mejor maquina del mercado", decía el gordaco mientras el cámara enfocaba a la marca Taurus. Recordaba a Arguiñano cuando echa aceite enseñando la etiqueta, pero Karlos tiene mucha más gracia y no le hace falta guion -sino sus chistes mejorarían bastante-.
Por lo único que mereció zambullirse en esa pocilga fue por ver a Cheryl -la hija de la propietaria-. Ohhh, que delicia. Lo demás basura y circo, la especialidad de este reconocido chef.
Por cierto que el nombre de Babú como cocinero hindú nos es familiar. En un capítulo de la mítica "Seinfeld" el propietario de un restaurante en quiebra se llamaba así. Jerry se obsesionó porque nadie entraba en ese negocio, entró él mismo para comprobarlo y le recomendó un cambio de rumbo para ruina del empresario. Siempre nos quedará "Seinfeld". La serie "en la que no pasa nada".
El recorrido de "Pesadilla en la cocina" ha sido un éxito en cuanto a audiencias. Ha superado el 11% de media, convirtiéndose en segunda opción de la noche de los jueves y colocándose en el segundo lugar del ranking de programas más vistos de la cadena -solo por detrás de "El Follonero"-.
Lo mejor de este éxito ha sido que ha ayudado a hundir "El Barco". Esa asquerosidad donde pulula Mario Casas -y sus gestitos- y donde a los guionistas se les va la olla -son los mismos que los de "El Internado", donde habitaban fantasmas, clones y banderas nazis-.
Da bastante pena ver a un cocinero de esta categoría nadando en este mar de basura. Su imagen seria queda bastante tocada. Por lo menos la pasta le ha ayudado a abrir un restaurante propio. Chicote se quedó en paro tras tirarse los trastos a la cabeza con el propietario de "sus" restaurantes -el 'Pandelujo' y el 'Nodo'-
El programa ha sido acusado de montaje por los propios propietarios de los locales -"tenían guion", "me obligaron a no limpiar la cocina en 15 días" o "nos metieron una rata en el lavavajillas"-, además de ser acusado el propio chef de homófobo.
De los diez restaurantes dos han cerrado y uno ha sido traspasado. Y los que sobreviven al tsunami Chicote tienen una publicidad penosa, porque el programa te humilla y te deja de guarro oficial de España.
En la segunda temporada algunos propietarios se lo pensarán más si merece la pena vender su imagen por un triste cheque.
Por lo pronto veremos dar las campanadas a Chicote en 'la Sexta'.....
Por cierto brillante e imprescindible esta parodia de la red de "Guarrería en la cocina" con Alberto Cochinote;
Vaya cosa más bonita la Cheryl esa ufff la única razón por la cual he entrado a esta página buscando algo más de información acerca de ella en google jajajajaja.
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