'El País' se ha travestido estas navidades de abogado defensor de la casta corrupta catalana. El diario de Prisa ha vuelto ha anteponer una vez más los negocios del grupo a la coherencia periodística.
Ha dejado pequeños a los subvencionados 'La Vanguardia' y 'El Periódico' con su editorial del día 23;
Un grupo de policías que actúa desde el anonimato y aparentemente sin el control de los responsables del Ministerio del Interior se está dedicando, fuera de los cauces reglamentarios, a prácticas destinadas a desprestigiar a la clase política que gobierna en Cataluña y que se ha embarcado en la aventura independentista. La estrategia de estos agentes consiste en elaborar y difundir informes que nadie parece haber pedido, sin firma y sin destinatario, y con el único objeto de su publicación por determinados medios. Aprovechando investigaciones judiciales en marcha, mezclan datos ciertos con otros sin contrastar, o directamente falsos, que proceden de fuentes anónimas. En esos informes se ataca no solo al Gobierno catalán sino también a jueces, fiscales y periodistas supuestamente afines a los dirigentes de esa comunidad. Así, se atribuye al presidente Artur Mas el desvío a Suiza de dinero del cobro de comisiones ilegales o se deslizan acusaciones de blanqueo y evasión fiscal contra directivos de los principales periódicos que se publican en Cataluña.
El negocio lo ha destapado Pedrojota; un hijo de Pujol le compró tres edificios al grupo -en delicada situación- para alquilárselos inmediatamente. No hay una acusación concreta pero si sobrevuela un tufo a favores prestados que tira para atrás.
Porque 'El País' lo que le pase a Artur Mas le da igual y sus relaciones con él son mejorables -en esta última campaña la tensión se hizo evidente al negarle una entrevista al medio, hecho insólito- porque sabe que donde hay patrón...
Y el patrón y el que mueve los dineros es Don Jordi. Un señor que si no hubiese sido político se habría tirado unos añitos en la cárcel por ladrón -Banca Catalana-.
Al Felipe de los 80 se le encendió la bombilla; con una buena imagen y con la derecha contaminada de "franquismo" solo los nacionalistas podían ponerle palos en las ruedas.
Y el kilo de nacionalista estaba barato -con Pujol metido hasta las cejas y el PNV con las tragaperras-.
Competencias y dinero para que me aparques los temas independentistas. Y Pujol diciendo que era un hombre con sentido de Estado mientras todos obtenían victorias apacibles -Felipe, Pujol o Arzallus-.
En 'El País' pasó algo parecido. Es el gran periódico de la democracia; brillante intelectualmente, culturalmente sublime, con un rigor en la información sobresaliente y una sobriedad en imagen que le hacía destacar por encima de todos los demás. El proyecto periodístico parido por Cebrián se había convertido en un éxito -tras un breve e intrascendente periodo en sus inicios como proyecto liberal de Fraga-.
Solo hacía falta que apareciera un tipo "listo" para hacer negocio y ese era Polanco.
La defensa del castellano en Catalunya -promoción de un polémico libro de Jiménez Losantos incluida- o las acusaciones de corrupción de Pujol se transformaron en parabienes para la secta nacionalista. La pela es la pela.
Y 'El País' se pone puntilloso para sacar fallos de la investigación ajena con la separación de poderes de por medio. La cosa está más que clara; los informes estaban aparcados en "Madrit" hasta que desde Barcelona se ha echado un pulso político -la consulta secesionista- y la justicia es una vez más utilizada como arma política. De eso en Ciu también saben un rato.
Los chicos de Fernández Díaz le han filtrado una serie de dossieres a los chicos de Pedrojota que dejan al partido hegemónico catalán "partido" -con Pujol y sus 137 millones de euros en Ginebra-.
Hasta ahora 'El País' solo se había ocupado de Catalunya para hacer una de sus cosas favoritas; marcarle las lineas rojas al PSC -independencia No, federalismo Sí-. Pero con Cebrián diciendo que "no podemos vivir tan bien" -tras mandar a la puta calle a 129 personas mientras cobra 13 millones de euros anuales- todo se puede esperar del "gran periódico de la izquierda española". Merecía mejor entierro -'El País', no Pujol-.
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