Nueve días ha aguantado y lo que ha dado de hablar. Tras un conato de huida por el bosque -como el que huye de un psiquiátrico- Lucía finalmente dejó el reality. No sabemos si el abandono ha sido un acuerdo entre escritora y productora para que la cláusula por abandono no se cumpla.
Lucía expuso a su entrada como razón de su caída a los infiernos de la telebasura que Hacienda la acuciaba con una deuda que ella no podía afrontar.
Etxebarría ha sido la concursante perfecta para Telecinco; parecía entre una transtornada mental o un topo de Vasile para levantar los inicios del concurso. Lucía ha estado menos de semana y media pero se ha enfrentado contra todos sus compañeros-en especial Jeyko y Gaby- y ha protagonizado mil movidas relacionadas con la convivencia. Entre lágrimas e insultos acabó su difícil convivencia tras cuatro amenazas de abandono.
Lucía ha funcionado en su papel de reality como una especie de Aída Nizar, la mala necesaria de cualquiere culebrón. No sabemos cuanto dinero se ha llevado Lucía en este triste periplo televisivo-si se ha llevado algo-, pero lo que sí sabemos es que la imagen de esta señora está hundida por los suelos y que le va a costar mucho tiempo quitarse la fama-ya saben el dicho- y la imagen con la que nos hemos quedado de ella; una señora prepotente, freak, absurda, elitista e hipócrita. Por no hablar de todos los trastornos mentales que ha dejado ver la escritora.
"Soy tonta porque me he metido en algo que no he sabido controlar", dijo en la entrevista posterior a su abandono. En ella admitió que tiene un problema con el contacto físico-síntoma de falta de autoestima y de inseguridades-, dice que está bien psicológicamente-lo dudamos- y que allí cobraba más en una semana que por un libro que tarda dos años en redactar-o plagiar-.
Este viernes Lucía aparecerá en el Deluxe para seguir trincando. La segunda expulsada de Campamento de verano fue Karmele Marchante, que explotó contra Kiko Hernández y Jimmy Giménez Arnau-"Son dos sacos de odio"-.
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