Por fin ha vuelto Álex



Hemos tenido que esperar unos añitos para volver a ver al genial Álex de la Iglesia. El director ha vuelto con su estilo inigualable; acción desenfrenada, humor negro, textos y acciones brutales y mucho exceso.

El maestro del humor negro y de la acción cañí siempre pone a sus personajes en situaciones incómodas. Él dice que quiere saber la razón de "los malos", porque todos tenemos razones para actuar de determinada manera.
También hace que se muevan por venganza, por odio o simplemente por dinero-casi siempre en el abismo, ya que según Álex es el único sitio "donde decimos la verdad" a lo Darth Vader-.

En los últimos años lo hemos visto divorciarse de la madre de sus dos niñas, lo hemos visto enamorarse de una actriz espectacular a la que pasa veinte años-y que le ha ayudado a adelgazar teinta kilos- y lo hemos visto quemarse como director de la Academia de cine con la financiación y la piratería para arriba y para abajo. También lo hemos visto dirigir una astracanada lamentable de niño pequeño-Balada triste de trompeta- y quedarse sin firma para una obra menor y de encargo-La chispa de la vida-.
Ahora con Las brujas de Zugarramurdi vuelve el Álex "de verdad".
El mérito del regreso de Álex con esta película maravillosa es de Jorge Guerricaechevarría, co-guionista desde hace dos décadas y amigo inseparable del director bilbaino. Él es el que le pone el cascabel al gato. El decir, que con él llega la contención mientras Álex desembarra hacia el barroquismo.

Álex creció en un Bilbao diferente al de hoy; no era la "happy city" europea de la que hoy podemos disfrutar. Era una ciudad industrial, oscura y depresiva atacada por el terrorismo y asfixiada por suburbios marginales donde la droga y la marginalidad eran evidentes-los traumas infantiles y las obsesiones de Álex las pueden comprobar en Payasos en la lavadora, única y deliciosa, y autobiográfica novela publicada por él -

De la Iglesia se licenció en Filosofía en Deusto, a la vez que entraba en el mundo del comic underground y se introducía en el mundo del cine como director artístico en algunos cortometrajes, algunos tan míticos como Mamá, en el largometraje Todo por la pasta de su amigo Urbizu, al que responsabiliza de ser director por la envidia que sintió hacia él por conseguir rodar un largometraje, y en algún programa de la ETB.



Llegó entonces Mirindas asesinas, entre otras cosas gracias a que uno de sus amigos de la tele pública vasca que le dejaron una cámara-le explicaron durante diez minutos su funcionamiento en una estación de autobuses-, gracias a que un amigo de dejó un decorado gratis y gracias a varios actores que trabajaron gratis para él. Este premiado cortometraje le impulsó en su salto a Madrid como realizador, y eso que el rodaje del cortometraje fue tan precario que no había dinero para catering, solo había dinero para el negativo y cuando un actor se largó por no cobrar, el propio Álex se metió de espaldas en plano para acabar la obra.

La suerte llamó entonces a su puerta. Gracias a una amiga que vio el corto y luego encontró trabajo en El Deseo-la productora de Almodovar- el propio Pedro llamó a Álex y a Jorge para acudir a su despacho madrileño. "Si Pedro nos hubiese ofrecido rodar un documental sobre ballenas habríamos aceptado sin dudas", dice Álex de la cita.

Pedro había reñido con Andrés Vicente Gómez y había fundado El Deseo, y tras un lustro produciéndose a él mismo decidió "apadrinar" a otros directores. El primero fue Álex, que presentó a la productora del tándem Almodovar una película de ciencia-ficción que contó con la co-producción de una compañía francesa, país donde Pedro es un Dios,  y con la co-producción de TVE, donde en la etapa de Felipe González Pedro era un Dios.



Acción Mutante fue sacada adelante con un presupuesto menor, con un equipo quemado, con fallos en el sonido, en el montaje y en el guión-la película va de más a menos y parece un cortometraje ampliado-.
También De la Iglesia como director sufrió de lo lindo con esta grotesca parodia de ETA, ya que el primer día de rodaje se largaron dos miembros del equipo técnico por el caos imperante en el plató.
La película sufrió algunos curiosos contratiempos, como la inundación de las áridas Bardenas, que provocó la inusual imagen de ver a los camiones del rodaje flotando sobre el desierto.

Acción Mutante fue un soplo de aire fresco en el cine español y una demostración de la evolución de nuestro cine con dos variantes; los "nuevos" directores vascos-el imprevisible Álex, el hipnótico Medem o el sorprendente Bajo Ulloa- y la nueva comedia madrileña-con Colomo cediéndole el testigo a Gómez Pereira-.
Pese a los fallos encontrados en Acción Mutante también debemos elogiar la buena irrupción de la ciencia ficción en nuestro país, el mérito de los efectos especiales-entonces sin los efectos digitales que abaratan y facilitan el trabajo- y en el guion podemos disfrutar de algunas de las mejores parrafadas de la historia del cine español;

 "La sociedad nos trató como mierda y ahora les vamos a dar por el culo. El mundo está dominado por niños bonitos hijos de papá... dios, ¡basta ya de mierdas light! Basta ya de colonias, de anuncios de coches, de aguas minerales... ¡no queremos oler bien, no queremos adelgazar! Sólo quedamos nosotros, amigos, todo el mundo es tonto o moderno."

A partir de ahí Álex se instala en Madrid ganándose la vida en televisión-escribiendo sketches en El peor programa de la semana de TVE y grabando gags de cámara oculta para Inocente, Inocente de las Autonómicas- mientras intenta sacar adelante su segundo proyecto.
Almodovar le cierra las puertas de su productora con la excusa de miedo al Diablo y otros tantos productores hacen lo mismo. Para no interrumpir su fulgurante carrera, estudia incluso autoproducirse él mismo, pero Andrés Vicente Gómez, el gran productor español en los ochenta y noventa se cruza en su camino. Junto a él Álex alumbrará las siguientes cuatro películas, incluidas sus dos más redondas; El día de la bestia y La Comunidad.



Con la primera se confirma como un director eficiente y exigente que conecta con una nueva generación de público, que se muestra dispuesto a acudir a las salas a ver cine español si merece la pena verlo. La historia del apocalipsis en pleno Madrid intentado ser evitado por un pequeño cura de Bilbao y un heavy aliñado por las drogas eleva al director hasta el podio de los elegidos; taquillazo, triunfo en los Goya-con seis premios incluido director- y alabanzas de crítica y público. El día de la bestia alcanza el nivel de las mejores películas de la historia del cine español y se hace inolvidable para una generación-luego ha venido a través de la red una acusación de plagio de una desconocida novela llamada La Luz. Es una de esas miserias que de vez en cuando le echan a Álex en la cara, como lo es que su hermano vivía en la calle-.




Gracias a este genial trabajo Andrés pasa a confiar en él y a creer en sus métodos. De paso le encasqueta el muerto de Perdita Durango, un proyecto que Bigas Luna es incapaz de encauzar, que contaba con dos guiones que no convencían al productor y que era en esos momentos el proyecto más ambicioso de nuestro cine y el más caro con un presupuesto de 1.100 millones de pesetas.
Álex cruza el charco para rodar este cocktail salvaje de sexo, violencia y desenfreno. En pleno rodaje el director se casa vestido de Elvis en Las Vegas y acaba detenido en su noche de bodas después de destrozar una habitación de un restaurante tras perder el conocimiento por un exceso etílico. El rodaje fue un caos y tras una explosión fallida Javier Bardem acabó en el hospital.
El proyecto fue un fracaso en taquilla-para Andrés su segundo patinazo en America tras Two Much de Trueba- en parte por el exceso de puritanismo en algunos países. En Estados Unidos fue censurada y prohibida a menores y en algunos países como Irlanda fue directamente prohibido su estreno.

Para su cuarto proyecto volvió a Madrid para a Muertos de risa, una comedia negra sobre el mundo de las parejas de humoristas y que quizás es el guión más redondo que han firmado Álex y Jorge pese a su incomprensible final. El público se esperaba una comedia al uso protagonizada por Segura y Wyoming y se encontró una cinta llena de deliciosas miserias envueltas en una amable envoltorio. La película sigue siendo a día de hoy la que más espectadores ha llevado a nuestros cines en la carrera del director bilbaíno.



Tras este éxito De la Iglesia preparó a conciencia el proyecto más deseado para él; Fu Manchú. La dificultad para financiar esta película faraónica-con más de 20 millones de euros de presupuesto y con Anthony Hopkins y Antonio Banderas como protagonistas- llevó al director a aceptar las exigencias del productor de aplazar la película y conseguir dinero a través de otro proyecto; primero fue un piloto para Telemadrid llamado Hospital Psiquiátrico que no vio la luz, y después fue una película prácticamente rodada en un solo decorado llamada La Comunidad.
Con este film protagonizado por Carmen Maura el triunfo le volvió a sonreír. La historia nos lleva a una secta vecinal, que espera como alimañas durante tres décadas la muerte de un millonario vecino que guarda sus putrefactos millones de un premio de la Quiniela.



Pese al nuevo taquillazo el productor le vuelve a dar largas sobre Fu Manchú y el director se harta, mete todos los ahorros y funda una productora propia-Pánico Films-, hipoteca su casa y se larga al desierto almeriense de Tabernas a rodar 800 Balas.

La trama se basa en un grupo de colgados que hacen exibiciones del oeste en los viejos y abandonados escenarios de los spaguetti-western de los setenta ante un reducido grupo de guiris.
800 Balas se da un tortazo de aupa en taquilla, De la Iglesia se arruina con su "marmitako"-western tardando más de un año en afrontar los pagos a sus actores y el director muerde el polvo con su nueva compañía.



Tardaría dos años en levantarse y volver a estrenar gracias a Sogecine, que le produce Crimen Ferpecto. Volvía el mejor Álex con una esperpéntica historia de amor-odio en unos grandes almacenes con la presencia constante de la muerte y algunos sketches lisérgicos inolvidables.



Cuatro años tardó en conseguir la financiación de su nuevo proyecto; Los crimenes de Oxford. Este fue uno de los intentos de Gerardo Herrero de unir varias productoras europeas para equipararse con Hollywood con films especialmente cuidados y que pasen por yankees contratando a actores yankees. Es decir; renunciar al gran cine europeo-siempre innovador y vanguardista- para imitar al restaurante de comida rápida que tienen instalado en Los Ángeles. Renunciar a nuestro estilo para que las ovejas que acuden al cine no se den cuenta que están viendo cine europeo. Como sí nos tuvieramos que avergonzar de ello. Esta misma táctica la hacen en nuestro país ciertos directores catalanes especializados en terror, que se hacen pasar por adolescentes de Massachusetts rodando en inglés.

Pese al gran nivel de la película anteriormente citada y a la aceptación de la taquilla, nos quedó un regusto amargo al quedarnos sin el peculiar sello del director.



Mientras, Álex ponía en pie Pluton BRBnero, primera sit-com de ciencia ficción en nuestro país. Fue uno de los intentos de la etapa socialista en TVE de renovar La 2-junto a la llegada de Muchachada Nui o de la inolvidable Mujeres de la factoría Almodovar-.
De la Iglesia tenía un duro reto enfrente; rodar 26 capítulos en menos de tres meses con un prespuesto ínfimo. Cada tres o cuatro días tenía que tener un capítulo acabado en un rodaje contrarreloj. La irregular serie le ayudó a conocer a una desconocida Carolina Bang, su nueva musa rondando la cincuentena.



Ella y el chanante Carlos Areces protagonizarían Balada triste de trompeta, su película más personal y más excesiva. Tras unos inmejorables títulos de crédito y tras una maravillosa escena de acción ambientada en nuestra guerra civil, nos encontrábamos una paranoia que no hay por donde cogerla. El guión cojeaba sin Jorge, que estaba centrado en esos momentos en maravilloso de Celda 211.
De la Iglesia se había pasado de listo y el público le dio la espalda. La angustiante pelea de dos payasos por amor de una trapecista no consiguió la aceptación de casi nadie. Los caprichos infantiles de De la Iglesia fueron calificados de mamarrachada.



Peor aun fue su penúltima película. Andrés Vicente Gómez casi siempre atento a lo que rumian los despachos consiguió convencer sin apenas poner dinero a TVE para un nuevo proyecto. La cadena había firmado un acuerdo para renovar el show de José Mota a cambio de mucho dinero y de una claúsula que aseguraba el lanzamiento del humorista al cine con la producción de la cadena pública. Entonces Andrés se acordó de su viejo amigo Álex para que este dirigiera La chispa de la vida.



Con esta basura insípida Álex consiguió la peor taquilla de su carrera-135.000 espectadores, cuando Muertos de risa y La Comunidad superaron el millón y medio de entradas vendidas y El Día de la bestia lo rozó- y también las peores críticas para el realizador. Álex de la Iglesia perdió voluntariamente su personalidad con este film vulgar por su enfermedad crónica; nunca dejar de rodar.

En Las brujas de Zugarramurdi hemos encontrado a un rejuvenecido Álex, que aunque no llega al nivel de La Comunidad o El día de la bestia casi lo roza o al menos lo intenta. No se le puede pedir más. Es una comedia disparatada de sonrisas más que carcajadas y de impactos con acción, terror y humor siniestro, en una trama que aunque bastante difusa logra entretener al espectador hasta el final pese al exceso de metraje de algunas escenas culmen-sobra media horita-.







1 comentario:

  1. Ah, aún me acuerdo de PLUTON BRBNERO, lo echaban bastante tarde, pero las risas que te echabas eran buenas.
    ¿no se verá nunca una continuación? estaría guay

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