“A pesar de que han transcurrido ya casi tres meses desde su captura, El Mundo no ha querido hacer pública esa circunstancia por respeto a la decisión de las familias de ambos secuestrados, que intentaron mantener contactos discretos con los captores. La noticia había trascendido ya en ambientes periodísticos, pero los medios de comunicación han respetado esta discreción, cosa que es muy de agradecer”. Esa era la explicación que ayer daba el editorial del diario de Pedro J. Ramírez, para el que trabaja Espinosa. Pero ¿por qué callar?
La explicación en el Ministerio de Exteriores, responsable de las gestiones del Gobierno más allá del CNI, es sólo una: “Nuestro principio es la discreción absoluta; no existe una norma específica, pero son asuntos muy delicados y la instrucción, en lo que a política de comunicación se refiere, es la máxima discreción posible”. Nada más.
También breve y claro es el argumento de Gervasio Sánchez, que además de portavoz de las familias de Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova es un bregado corresponsal de guerra: “La discreción es necesaria porque la familia la ha pedido; porque se estableció una estrategia de negociación que incluía la discreción”. Gervasio Sánchez: “La discreción es necesaria porque así se estableció en la estrategia de negociación”
Según Gervasio, “desde el momento en que fueron secuestrados, las familias buscaron vínculos con los secuestradores y pidieron el embargo informativo mientras no se supiera exactamente qué es lo que se reclamaba a cambio de la liberación. Se ha esperado, se ha ido manteniendo el silencio por unas razones o por otras, y después de tres meses sin noticias se ha decidido levantar el embargo informativo”.
La opinión concreta del periodista y fotógrafo de El Heraldo de Aragón, que le ha pedido a la familia que no le cuente nada que él no pueda transmitir a los medios, es que “es muy fácil decir ‘yo lo hubiera hecho antes’ o ‘yo lo hubiera hecho después’, pero nadie sabe muy bien cuál es la mejor opción. Puede ser que haya quien piense que callar haya sido un error –dice Gervasio- aunque no seré yo quien lo discuta”.
La notoriedad como único fin
Y así es. Hay quien discrepa. Es el caso de Periodista Digital que, conocida la noticia a través del CNI, según su director, Alfonso Rojo, el pasado 28 de septiembre decidió hacer público el secuestro. Rojo, que también formó parte de la negociación para liberar a Espinosa durante su captura en Sierra Leona en el año 99, cree que “cuando no hay petición expresa por parte de los secuestradores, la garantía del periodista -y más aún de un periodista internacional como Javier- es que se conozca su situación”.
Esa creencia le costó un enfrentamiento con la dirección de El Mundo, del que prefiere no hablar. Nos remite a la nota que ayer publica su medio y que cuenta como Periodista Digital recibió la llamada de uno de los directores adjuntos del diario de Pedro J. Ramírez solicitando la retirada de la información con el argumento: “En el periódico hemos decidido no hacerlo público”. Alfonso Rojo: “Si se tratara de una banda de delincuentes comunes, silenciar el secuestro podría tener una justificación”
La noticia desapareció sin embargo de la web cuando quien llamó fue el propio padre de Espinosa. Rojo retiró inmediatamente la información, no sin antes tratar de convencerle con este argumento: “Si se tratara de una banda de delincuentes comunes, interesados únicamente en sacar dinero rápido y seguro manteniendo secreta su identidad, silenciar el secuestro podría tener una justificación, pero todo indica que Javier ha sido secuestrado en Siria por un grupo que reivindica sus fechorías y no se siente abochornado o atemorizado al hacerlo, sino todo lo contrario”.
¿Y si el secuestrado hubiera sido otro?
Pero no sólo lo sabía Periodista Digital. Según Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la desaparición de Espinosa y García Vilanova “era un secreto a voces en el oficio, desde poco después de que se produjera”, el pasado 16 de septiembre, cuando ambos se disponían a abandonar Siria por la frontera turca.
González, que mostraba su “satisfacción por el respeto de la profesión a las familias y a quienes desde el Gobierno están trabajando por el fin del secuestro” no piensa sin embargo que el silencio en este caso responda al corporativismo de la profesión: “No creo que haya sido actitud gremial -aunque lo ha sido-; no somos una profesión que se reconozca por exceso de unidad. Incluso desde la FAPE, en otras cuestiones echamos de menos lo contrario. Esta vez -concluye- la profesión ha mostrado un comportamiento deontológico envidiable”.
Esta vez y muchas otras, según Ana Terradillos, periodista de la Cadena SER, especialista en Interior y terrorismo islamista: “Existe la norma no escrita de callar como principio y no recuerdo nunca que algún medio se la saltara”. Pone Ana como ejemplo el caso concreto del secuestro de los cooperantes catalanes retenidos en 2007 en el Sáhara: “Tuvimos mucha información del CNI como el traslado de los retenidos desde el Sáhara hasta Argelia; nunca contamos nada, ni nosotros ni Ignacio Cembrero en El País, ni ningún otro compañero”. "¿El motivo? Siempre, por voluntad expresa de las familias”.
Roque Pascual y Albert Vilalta fueron liberados en agosto de 2010. El pasado verano finalizó el secuestro de las cooperantes de Médicos sin Fronteras, Montserrat Serra y Blanca Thiebaut. Pero, a día de hoy, tres españoles permanecen retenidos contra su voluntad fuera de nuestro país. Los tres son periodistas: Espinosa y García Vilanova, capturados por el llamado Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), y Marc Marginedas, enviado especial de El Periódico de Cataluña, secuestrado el 4 de septiembre por otro grupo insurgente en Siria.
Vía; Zoom News
Quizá tenga algo que ver la rastrera y miserable actuación de Pedrojeta en las muertes de Julio Jiménez y el hijo de Anguita. Quizá hayan preferido andarse con pies de plomo.
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