Ha sido un lento goteo de rupturas, tensiones y choques emocionales. Una parte del PP, el ala más conservadora y la más vinculada a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, ha chocado con Mariano Rajoy y su gente una y otra vez. Han sido desgarros puntuales, lentos. Pero este lunes, cuando se supo públicamente que Jaime Mayor Oreja, que lo ha sido todo en el PP, incluso aspirante a la sucesión de José María Aznar, se negaba a encabezar la candidatura europea, todas estas gotas se juntaron para formar una gran vía de agua que, tenga o no repercusiones electorales, ya inquieta al corazón del marianismo ante la evidencia de que Rajoy no ha sido capaz de retener siquiera al referente de un ala que está provocando muchos más disgustos de los previstos. El portazo de Mayor revela que Rajoy no controla la herida abierta con ese sector del PP.
La peor pesadilla de la derecha española está encima de la mesa. El equipo de Aznar, en el que estaba desde el principio Rajoy, reivindica como su gran éxito haber logrado en los noventa reunificar a la derecha española, hasta entonces siempre fracturada, incluso antes de la Guerra Civil. No hay dirigente del PP que al hablar de Aznar no exhiba ese logro histórico. Tanto que se consiguió algo casi único en Europa: a la derecha del PP no había nada, aglutina todo el voto desde el centro hasta la derecha más extrema, lo que le ha permitido tener dos mayorías absolutas.
Ahora, por primera vez, el PP vive una escisión, pequeña, con Vox, que tiene dentro nada menos que a alguien tan simbólico como José Antonio Ortega Lara, una de las víctimas más emblemáticas de ETA. Y eso, que era tratado casi con desdén por la cúpula, convencida de que electoralmente Vox no es nada, cobró este lunes una nueva dimensión con la ruptura emocional y política definitiva entre Mayor Oreja y Rajoy.
Tan grave era el boquete que el presidente se apresuró, desde Roma, donde participaba en una cumbre bilateral con Enrico Letta, a frenar al menos la más preocupante vía de agua. La noticia del abandono de Mayor de la carrera por la candidatura, en la que todos los dirigentes daban por hecho que estaba como aspirante muy destacado, llegó el mismo día en que se conocía que Alejo Vidal-Quadras, otro histórico del PP, aunque no de la misma dimensión política, dejaba el partido y se pasaba a Vox. El temor de que Mayor siguiera el mismo camino —Vox es una creación de gente muy cercana al exministro como Santiago Abascal— se extendió por el PP. Se temía la catástrofe. Y Rajoy salió a tapar ese agujero: “Jaime Mayor sigue con nosotros y estoy convencido de que seguirá en la actividad política. De la otra persona no puedo hablar, son cosas diferentes, ni lo hilo ni lo junto”, dijo para distinguir los dos casos.
Tanto en la cúpula del PP como en el entorno del propio Mayor insistían: no se va a ir a ningún partido, aunque no está nada claro que vaya a seguir su carrera política. Desde luego no irá al Parlamento europeo, no solo como cabeza de lista, tampoco en ningún puesto inferior. La versión oficial asegura que el exministro se reunió con Rajoy el 9 de enero para adelantarle su intención de no seguir en Europa, el presidente le pidió que lo meditara pero ni le confirmó ni le descartó para el puesto y el viernes pasado Mayor le llamó para ratificar su decisión de renunciar tras hablar también con María Dolores de Cospedal.
Mayor lanzaba un mensaje clarísimo aún sin decirlo. No está de acuerdo con la política antiterrorista de Rajoy, la ha criticado directa o indirectamente en público, y no está dispuesto a defenderla en una campaña electoral frente a Vox, casi una creación suya. “A nadie puede sorprender la decisión que he adoptado”, dijo por la tarde Mayor a Europa Press para rematar esta idea.
Rajoy se deshizo en elogios con Mayor pero en el PP preocupaba que el presidente no haya sido capaz de retener a una persona que era un referente para una parte del electorado. “Él era perfecto para unas elecciones en las que solo votan los muy convencidos. ¿Ahora quién cubrirá ese hueco?”, se preguntaba un dirigente y coinciden más barones autonómicos. La alternativa más probable sigue siendo la del ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, aunque algunos dirigentes aseguran que Rajoy maneja otras posibilidades.
Solo Esperanza Aguirre, que también ha abierto heridas al destacar que era un drama que Ortega Lara se fuera del PP, podría cubrir ese flanco electoral de la derecha, pero no parece que esta posibilidad esté encima de la mesa. Por si acaso, Aguirre también aclaró que ella no se plantea “en absoluto” irse a Vox.
Lo cierto es que Rajoy se ha quedado ya solo en la cúpula del PP, con Javier Arenas, como miembros del núcleo duro del aznarismo que siguen en primera línea. Poco a poco han caído uno tras otro: Rodrigo Rato, Francisco Álvarez Cascos, Eduardo Zaplana, Ángel Acebes, y ahora Mayor. Solo Rajoy les sobrevive a todos.
La ruptura con Mayor es, de hecho, una continuación de la brecha abierta con José María Aznar, muy cercano al exministro, aunque optó en su día por Rajoy para su sucesión. Las hostilidades del marianismo con el sector al que él representa empezaron en mayo, con su entrevista en Antena 3. Siguieron con momentos especialmente duros como la manifestación de la AVT en Madrid tras la eliminación de la doctrina Parot, en la que hubo abucheos y conatos de agresiones físicas a la cúpula del PP. Se consolidaron con el discurso de Ana Botella en el que habló de una posible fractura del electorado del PP y han concluido, de momento, con la creación de Vox y el portazo de Mayor, que ha elegido la forma más amable y de momento seguirá como portavoz del PP en el Parlamento Europeo hasta las elecciones del 25 de mayo.
En medio de esa enorme tensión con este sector, con medios de comunicación cercanos y con algunas víctimas, que se vio en el aniversario en San Sebastián del asesinato de Gregorio Ordóñez, el PP vasco ha decidido convocar un congreso extraordinario los días 7, 8 y 9 de marzo para reforzar el liderazgo de Arantza Quiroga, que recientemente acudió a La Moncloa a pedir a Rajoy que se implique en un asunto que está abriendo demasiadas heridas internas. Otras brechas, y no menores, se han reabierto con otro sector relevante del partido tras la aprobación de la ley del aborto de Alberto Ruiz-Gallardón.
Este clima ha recuperado momentos de gran preocupación en el PP. “Rajoy tenía que haberle dedicado todas las horas necesarias a retener a Jaime. Es un error enorme”, sentencia un dirigente que cree que el presidente está ahora más expuesto. “Con Jaime, podía ser él quien se la jugara en las elecciones europeas y Rajoy mirar para otro lado. Ahora el candidato va a ser del presidente y es él quien se la juega directamente. Y si hay fracaso, será suyo”, explica.
Sin embargo, otro sector del partido lo ve como una buena noticia. “Es lo más normal. No es una persona que esté en la línea del la dirección del PP y, además, está absolutamente enfrentado a todo lo que hace el partido en el País Vasco”, recuerda un dirigente nacional. “Yo estoy encantado de que haya un partido a la derecha, porque el PP que muchos queremos no está ahí”, resume un miembro del Comité Ejecutivo sobre la creación de Vox.
La nueva crisis interna del PP llega la semana en la que se inaugura la Conferencia Política en Valladolid. Y si no lo remedia a última hora, parece que Rajoy llegará a ella sin candidato para las europeas. “Nadie lo tiene aún”, se excusó en Roma, en clara referencia a que el PSOE, a quien mira de reojo, tampoco ha decidido.
“La sensación es que el coche se le ha gripado y que se necesita mover esta pieza para recomponer el puzle”, relata un cargo en referencia a una remodelación del Ejecutivo que llegaría como consecuencia de la elecciones de un candidato entre los ministros. En el PP se respira también un clima de cambio de ciclo, de segunda parte de la legislatura. Pero todos esperan los movimientos del líder que uno se toma con ironía: “Lo que piensa Mariano no lo sabe ni Rajoy, y viceversa”.
Vía; EP
No hay comentarios:
Publicar un comentario