A la BBC le ha dado por descubrir Sudamérica embarcando a una reportera que no habla ni una palabra de español en un viaje de descubrimiento. En una serie de reportajes, Billie JD Porter visita distintos países dispuesta a mostrar al público inglés las particularidades de cada región.
Así, abrieron esta semana la veda descubriendo lo “nunca visto” del certamen de Miss Venezuela. Aquel en el que Boris Izaguirre es miembro de un jurado que dirige Osmel Sousa, el llamado ‘zar de la belleza’. Osmel tiene 67 años y vendría a ser –salvando las grandes distancias- el Hugh Hefner latino, siempre rodeado de mujeres en lucha por agradarle.
Cual Gran Hermano, las cámaras del documental inglés siguen lo que ocurre en las galas previas al día del certamen, y lo que también pasa en la residencia en la que conviven todas las candidatas a Miss, donde son entrenadas para convertirse en el epítome de la belleza. “Esto es una industria y como industria tenemos que aspirar a la perfección no podemos quedarnos en la mediocridad”, asegura Sousa.
Esa búsqueda de la perfección, lleva a las jóvenes aspirantes a someterse a las costosas operaciones estéticas que su ‘dios’ Sousa les recomienda. “Es un concurso de belleza, no de naturaleza”, afirma el responsable de Miss Venezuela.
Es de presuponer que esa máxima es la que lleva a estasLo nBarbies de diseño -que saben que su vida cambiará por completo si son elegidas las más guapas- a emplear los métodos de control del apetito más sorprendentes. Como Meyer, una espigada aspirante de 18 años, que muestra en el reportaje cómo lleva cosida en su lengua una malla de plástico que hace que le sea muy doloroso comer sólidos, por lo que todo alimento lo ingiere licuado. “Esto te hace perder kilos más rápidamente y de forma sana”, dice la chica. Y yo alucino.
Pero no hay que confundirse, en este bootcamp no solo se cultiva el cuerpo, un profesor trata de enseñar a las chicas a responder un listado de posibles preguntas de cultura general que deberán contestar en directo durante las sucesivas etapas del concurso, y como no, en la gran final. Son preguntas sencillas que aspiran más a mostrar las habilidades comunicativas de las modelos que su nivel educativo o intelectual. “De aquí no van a salir astronautas, estas chicas se dedicarán al showbiz”, aclara innecesariamente Sousa.
¡Pero ni falta que les hace ser astronautas! Sin ellas saberlo, sus posados, bailes y bañadores aportan más al pueblo venezolano que cualquier hazaña espacial. “Cuando el programa se emite por televisión hay menos gente en las calles y se producen menos altercados. Miss Venezuela ayuda en la lucha contra el crimen”, confiesa una agente de policía. Divina belleza.
Vía; Vertele
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