Chicote, el Sip y el cantante hambriento



Visitó Alberto Chicote el latino y soledo Miami, en la primera visita internacional de Pesadilla en la cocina. Y allí se encontró un restaurante sin cocina, el Sip, regentado por dos matrimonios liderados por un tal Eddie, "artista del engaño", como comprobamos a lo largo del programa.

El programa quiso tocar el lado sensible del "balserismo", ya que una de las propietarias había cruzado desde Cuba en este precario medio de transporte, pero su sueño americano desembocó en pesadilla, ya que el negocio perdía 30.000 dólares mensuales.

Chicote como siempre lo primero que hizo fue quejarse de toda la comida que le sirvieron-"Esta empanadilla de atún está más seca que el ojo de un tuerto" o "Esta hamburguesa tiene el record mundial de grasa"-. Al menos se consoló antes de entrar en la cocina; "Por lo menos el agua estaba fría". Y cuando entró a la cocina, Chicote se hizo el sorprendido al comprobar que no había tal, sino que había seis camping gas que hacían las veces de fogones. Es decir, que la cocina era más falsa que los paisajes de fondo de la serie El Príncipe. Lo único que se salvó del servicio fue una exuberante y extrovertida camarera cubana, a la que Chicote escaneó con detenimiento y cuya mirada se le perdió por sus sensuales curvas.

En el primer servicio, llegó la primera sorpresa, ya que entró en el local un famoso presentador de la televisión local, al que le sacaron los segundos platos en lugar de los primeros; "Un servicio tan anormal como el camarero", se quejó el showman con pintas de Pocholo Martínez-Bordiú. Este acabó largándose del local antes de acabar de cenar, al igual que se largó la cocinera del restaurante, que finalmente volvió tras las súplicas de Chicote, que sigue buscando su lucimiento antes que la mejoría de los locales que supuestamente asesora.

Después llegó la renovación del local, tanto estéticamente como en el menú. Además Chicote consiguió los permisos necesarios para la cocina y además les consiguió una nueva, para alegría de Eddie, que era lo que buscaba con este programa. Además el programa alquiló para la ocasión un hortera descapotable deportivo azul para promocionar la reapertura del negocio y Chicote hizo a los mandos una involuntaria parodia de Torrente en Marbella.

En el último servicio Chicote se intentaba sin suerte hacer entender con su inglés de Opening y además invitaron a un cantante cubano en horas bajas, que se puso las botas en el local, ya que parecía que no había comido caliente desde el 97; "Qué bien cocinadita está la langosta", decía con una felicidad cercana a su falta de modales tomándola. "Está acabando con todo", decía una compañera suya de mesa, desvelándonos un truco que podría funcionar en Pesadilla en la cocina; invitar al último servicio a hambrientos, para que digan que todo es cojonudo y que es lo mejor que han probado en años. Para el cantante cubano fue un gran día, ya que además de la langosta y los trescientos platos que probó, se llevaría cien "eurillos", por lo que esta misma semana repetirá cena fuera del albergue. Fin.



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