Ayer se celebró ese paripé parlamentario sobre el referéndum catalán. Los representantes de la Generalitat demostraron una vez más su escaso nivel y Rajoy el suyo-se salvó Rubalcaba, pese a que defendió la idea federal sin convicción-. No ayuda nada a la convivencia entre "España" y "Cataluna" tener un presidente que se escuda ante el sentir de la mayoría de un pueblo con una decadente Constitución y con una historia que al "pueblo catalán" le da bastante igual-menos a las élites nacionalistas, que no dejan de manipularla-.
Es obligación de Rajoy el de propiciar un acuerdo con esta comunidad autónoma, porque es sabido no sirven para nada "las patadas hacia adelante". Sirve el consenso. Y la obligación de Rajoy-que también gobierna para los catalanes- es sentarse a dialogar sobre el tema. Pero no sobre el tema de la independencia, que es ridículo y anacrónico. Sino sobre el tema que importa de verdad; la sangrante financiación que sufre el pueblo catalán, que paga los platos rotos del sur, mientras Euskadi y Navarra "veranean en los Fueros".
Habría que recordar también que la ruina catalana no se debe a su injusta financiación, sino a políticos corruptos y nacionalistas que solo saben robar y engañar al pueblo. El PP rascará votos "defendiendo" a España. Ciu y ERC harán lo mismo exigiendo en Madrid la independencia de Catalunya. Pero este odio lleno de mentiras y propaganda puede enquistarse en Catalunya, cuyas gentes podrían ser las grandes perjudicadas en el asunto, ya que "esto" acabará con una previsble decepción que podría desembocar a la larga en depresión común.
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