Isabel Carrasco podía sospechar que su vida corría peligro. Ella, como mujer polémica, sabía que se había ganado muchas enemistades con sus peculiares actitudes, que habían sido objeto de crítica por parte de la oposición.
Ocho meses antes de este suceso, Isabel contrató a un guarda jurado para que custodiase su despacho en la Diputación de León.
No hay comentarios:
Publicar un comentario