Telecinco desempolvó sus estrenos de cine esta semana. El martes la cadena emitió Intocable, que arrasó con más del 25% de share. Y el miércoles estrenó El Fraude, que fue segunda opción de la noche con un 17%. Decenas de espectadores se quejaron por Twitter porque según ellos la cadena había cortado el final, dejando inconclusa la cinta. La cadena ha desmentido este hecho y ha afirmado que solo cortó los títulos de crédito.
La verdadera historia de Intocable
Ahora puede leerse la historia real, publicada en España por Salamandra, narrada por uno de ellos, Abdel Sellou, nombre del inmigrante con antecedentes penales que entró al servicio de noble tetrapléjico Phillipe Pozzo di Borgo. Su estilo es tan espontáneo, bienhumorado y, en ocasiones, salvaje e impertinente, como refleja muy bien el personaje del filme.
El primer amigo, el único
«Tengo dos padres, dos madres, un doble negro en el cine, una mujer, dos hijos, una hija... siempre he tenido colegas, compañeros, cómplices. Puede que el señor Pozzo sea sencillamente un amigo. El primero. El único», confiesa Sellou en este libro.
En realidad cuenta toda su vida, desde que llegó de Argel con cuatro años en 1975. No recuerda su ciudad natal, sólo que él y su hermano pequeño fueron llevados a vivir con sus tíos a París. La ciudad extraña, donde no conocía la lengua ni las costumbres le hizo aprender rápido a moverse y adelantarse. «Será lo que tenga que ser» se convirtió tempranamente en el lema de su vida.
Hurtos en la escuela, cárcel a los 18 años, hasta encontrar al conde PozzoDesde la escuela comenzó a construir el personaje que arrebata al público de la película. Primero fueron pequeños hurtos cada vez que le expulsaban de clase y él daba un repaso a los abrigos de sus compañeros (francos sueltos, canicas...) Así que empezó a hacer lo posible por ser expulsado. Era casi su primer negocio. Los problemas (y las «ganancias») crecieron con él y así a los 16 años fue expulsado de la escuela de oficios. Pero se lo tomó bien.
El optimismo era, con él, asiduo en los calabozos. Se convierte en el pícaro, casi de la familia, al que toman cariño los funcionarios policiales, que le detienen por orinar en monumentos o estropear mobiliario urbano. Su seguridad se nota en que, incluso desde su celda logra mandar a alguno a por bocadillos... Es su don. Cuando se acerca a la mayoría de edad, le advierten que debe tener más cuidado porque en pocos meses puede ir a la cárcel...
Era un pícaro conocido en los calabozos, desde muchachoY nada más cumplir 18, le detienen sin esforzarse, por denuncias acumuladas de turistas, a los que despluma y quita las cámaras en su pequeño reino de la Plaza de Trocadero. Confiesa que ese día no tenía motivos para echar a correr. «Vivía como un animal salvaje sin ser consciente del paso del tiempo», dice.
Le caen 18 meses, pero en la cárcel se siente cuidado. A los 10 meses sale en libertad bajo la condición de formarse y trabajar. La reinserción le llama. Pronto le denuncian por faltar a las prácticas de mecánica. Él es así. Está a punto de volver a prisión, así que tiene que jurar que encontrará trabajo.
Lazarillo del Sena
El libro relata mil historias, propias de un verdadero Lazarillo del Sena. Engaños que le acechan y de los que se zafa timando a sus supuestos timadores (no se pierdan la historia de sus pizzerías). A pesar de su talento criminal, por así decir, todo le va de mal en peor, hasta que llamó a la puerta del conde Pozzo di Borgo. el encuentro que cambiará las vidas de ambos y que es el núcleo de la película «Intocable».
Las anécdotas del filme son reales, y hay mil másLa puerta de la casa le parece un castillo. La película es muy fiel en cuanto al relato de su contratación. El acuerdo tiene su parte de desafío para él. Aunque la historia del conde es más dura en realidad. Tiene a su mujer gravemente enferma (morirá en un año) y una depresión grave, de la que Abdel, como en la película acabará sacándolo, al tiempo da los primeros pasos de una nueva vida.
El libro es un relato meticuloso de las anécdotas reales que inspiraron la película, un alarde de humanidad que poner el humor como la palanca de recuperación de dos hombres cuya vida podría declararse zona catastrófica. La compasión se convierte en una amistad punzante y exigente. Al conde lo llama «Tetraman» y le trata de tú a tú, algo que el noble agradece.
Un día entra en la estancia y finge un atraco, como los que daba en la calle, y le grita a Pozzo:
-¡Arriba las manos, tu también!
-Yo no puedo-, se lamenta el noble
-Pues... dame lo de más valor que tengas... Me llevo... ¡tu cerebro!
Abundan las bromas, siempre en el límite. El libro también relata lo aburrida que le pareció la ópera, sus esfuerzos por lograr que el conde encuentre otra mujer, aunque fuera mercenaria, y cuando le plantea echarse novia:
-¿Y qué puedo yo hacer? -, le preguntó Pozzo di Borgo.
-¡Le susurrará, como Cyrano! -respondió Sellou.
-Veo que mis clases de litratura funcionan -replicó el conde.
-Usted me enseña a leer y yo le enseño a vivir -concluye el empleado.
De todas las bromas y desdichas, de los miles de momentos duros de enfermedad y accidentes que ni salen en la película, de todo lo vivido y de la fabulosa amistad nacida entre estos dos hombres, ninguna frase puede servir mejor como resumen que esta, dicha por Abdel Sellou, antes de convertirse en fenómeno internacional por el éxito de la película «Intocable».
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