La muerte del periodismo







La recesión ha rematado la pérdida de autonomía de los medios de comunicación, travestidos en los tiempos de vino y rosas en multimedias mastodónticos, tras inversiones disparatadas, absorciones y fusiones sin control, o juegos frívolos tutelados por periodistas a los que le quedaba grandes el traje de gestor.

El periodismo independiente es a día de hoy más utópico que nunca, y esto los periodistas lo admiten al alimón, exceptó algún pirado que se dice independiente pese a que la caja B de Bárcenas le inyectaba dinero negro en sus medios. Y es que ya no quedan editores a los que les importe el rigor o la independencia. Hoy son los gestores sin escrúpulos, que se dejan sodomizar por el poder político, los que piensan a corto plazo, más en la subvención que en la credibilidad. Porque el poder político está digiriendo al mundo mediático con la misma facilidad que se zampó al poder judicial en los ochenta, por lo que hoy en día tenemos un simulacro de democracia.



El panorama mediático, hasta hace poco independiente respecto a las informaciones adversarias en el tradicional eje derecha-izquierda, ahora está en la ruina, ya que ese seguidismo futbolero es imposible, por la falta de ideas, de criterio y de credibilidad del mundo político, y también porque el dinero que gestionan los políticos para propaganda ha disminuido. Y además porque la política ya no hay programas ni creencias, sino pillos improvisadores, que tienen a un grupúsculo de gestores mediáticos que bailan al son de su música. En este caso hay que reconocerle a Rajoy que ha logrado conseguir el viejo sueño de Aznar; tener una autopista mediática domesticada en comunión. El gallego tiene a medios tan dispares como El País, La Vanguardia o El Mundo, cuyos cambios de director le han convenido, jugando al mismo juego que La Razón o ABC. Todos los periódicos y radios están a sus pies, y los que han osado a echarle un pulso lo han perdido, y nadan entre el proyecto marginal y el olvido-léase Pedrojota, Federico o Intereconomía-. Pedrojota, decapitado tras desvelar los SMS de Bárcenas a Mariano, sabe que perderá más influencia que difusión con su nuevo digital. Losantos, despedido de COPE no por sus salvajadas durante un lustro, sino por criticar a Mariano, ahora está agarrado a su licencia madrileña de Esperanza Aguirre, que además lo nutre de publicidad institucional. Y Ariza, aunque alardea de impulsor del triunfo de Mariano, ha jugado maquiavélicamente a promocionar otras marginales fuerzas políticas por interés económico, como pueden ser Libertas, el partido de Mario Conde en Galicia o Alternativa Española. Por eso ahora están los tres como están.



Las televisiones, en apariencia críticas con el Gobierno, irán hasta donde el Ejecutivo les deje, ya que el duopolio sigue temeroso de la pérdida de licencias, de la concesión de nuevas, de las multas de Competencia y sobre todo de la vuelta de la publicidad a TVE. Por eso sigue la duda si la promoción de Podemos en Cuatro y la Sexta es pura rentabilidad económica o es una maniobra de Arriola, repitiendo el juego del socialismo francés de los ochenta, cuando promocionó a Le Pen para hundir a la derecha civilizada.

La opinión ya no es libre ni para las vacas sagradas y la investigación murió con la destitución de Ramírez, excepto la aparente investigación, que son en realidad filtraciones interesadas de Interior o de cualquier partido de turno. Los periódicos han quedado en serviles soportes, como se ejemplificó cuando Fernández Díaz le dio un golpe de muerte al nacionalismo catalán con la filtración del patrimonio de los Pujol, con la misma naturaliad que el Ministerio dejaba hacer al patriarca del nacionalismo moderno, cuando en la capital consideraban un hombre de Estado, cuando en realidad era un sujeto que prostituía al nacionalismo catalán, dosificando su ira mientras daba sablazos a cambio de estabilidad.

Y también hay que hablar de la crisis de los medios por las innovaciones tecnológicas. Ya no existe el monopolio periodístico como intermediario único de la información que se sirve, con las redes sociales y los blogs como aliados de la sobreinformación actual, donde el periodismo debiera permanecer como separar el grano de la crecida paja. El ruido de las redes hace inaudible lo que antes podía ser noticia, por lo que los poderosos están ahora más tranquilos que nunca. Y el periodismo está camino del merecido descrédito, según la opinión de la sociedad española cada vez que le preguntan. Por no hablar de que las grandes empresas han descubierto que pueden llegar a la gente sin intermediarios, y encima hay cada día más fórmulas de éxito que no invierten ni un euro en anuncios, spots, cuñas, ni banners.

Antes el baquero o el famoso del colorín temían la ácida pluma del comentarista de turno, pero ahora les es irrelevante todo lo que se publique o invente. Y encima el nuevo periodismo está nutrido de sujetos provenientes de un vulgar sistema educativo que les hace vulgares, ya que lo único que les puede hacer especiales es rascar un nicho desconocido, más que ser un periodista al uso, porque hasta los periodistas al uso han sido travestidos en hombres orquestas, con artículos, videoblogs, tertulias, opiniones en la radio y todo lo que haga falta al multimedia de turno.




La crisis no le sienta bien al mundo periodístico, ya que los periodistas nos creemos llamados por designios divinos para contar la incómoda Verdad, tal y como creen los sacerdotes que son elegidos por Dios para difundir su palabra, tal y como cuentan Fernández-Salido y Serrano Barrie en su libro Corta y pega. Y nada de eso es cierto, porque hay centenares de periodistas vulgares autocensurados y temerosos porque a las empresas ya no les interesa que la noticia sea real, sino vendible y no incómoda. De ahí que los portales digitales de periódicos serios y rigurosos, ahora estén poblados de noticias curiosas y secciones frívolas.

Por eso los periodistas debemos formatear todo lo que conocemos, ya que como cuenta Zarzalejos en La Destitución, al haber una multitud de soportes, cada periodista y cada artículo ha perdido mucho valor, ya que la economía lo traduce todo en números.
Y si los periodistas debemos formatear, no digamos ya los medios tradicionales, con unos elevados costes y unas mastodónticas plantillas que solo son soportadas porque el sistema político y el financiero no les deja quebrar, lo que les hace dóciles con éstos.




La televisión, donde se concentra la mayor parte de la tarta publicitaria, perderá valor cuando las nuevas televisiones inteligentes equiparen encontrar con la misma facilidad Telecinco que un canal en streaming de una marginal web. Las radios, atrincheradas en un desacreditado EGM y frenando como lobby la llegada de la radio digital, que daría a COPE y Onda Cero la ventaja de llegar al cien por cien del territorio-como la SER y RNE- a cambio de tener más competencia. Por lo que ni les interesa hundir el EGM ni que funcione la radio digital. Ya que saben que sus parrillas anacrónicas, llegas de magazines con estilo de los ochenta, no aguantarían ni un mes una medición como la de Kantar Media en televisión, ni a una competencia que compita con las radios actuales, hacedoras todas de un esquema mimético. Mientras que el papel adolece de unos salvajes costes, pero aunque desaparezcan la mayoría de las cabeceras, no terminará de desaparecer en conjunto, porque volverá a ser el periódico para élites de hace un siglo, con más investigaciones, entrevistas o análisis que noticias, género estúpido en el papel de hoy en día.

Y la prensa digital también tiene un negro futuro, porque la veintena de digitales generalistas que han aparecido en Madrid en la última década, ha copiado el esquema de trabajo y de redacción del papel, que en un corto plazo será insostenible, seguramente mientras hasta que a Carlos Bravo y otros magos del SEO se les ocurra de una vez rentabilizar las efímeras miles de visitas a las páginas web, porque la financiación de pago se sigue sin estilar, mientras no se pongan cortapisas desde el poder al todo gratis, que hundirá al periodismo, al cine y a la literatura. Los digitales, coleccionando millones de supuestos lectores traídos por San Google, deberán diseñar una nueva forma de vivir, que quizás sea con la desaparición de las redacciones físicas y la ascensión del precario periodismo a ratos libres, que se paga la cuota de autónomos hablando del papagallo o de algo que se pueda rentabilizar en un pequeño blog.
En los digitales solo sobrevivirán los expertos, los que den valor añadido a los pequeños pero constantes nichos. Porque los mediocres generalistas no tienen futuro coleccionado mil noticias, ya que ha salido la noticia de que se está experimentando con robots para escribir noticias a medida. Por eso, como decía Warren Buffet, "solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo".

1 comentario:

  1. Aunque ultimarte estoy muy crítico contigo por motivos deportivos y políticos, (soy abonado colchonero y militante sociata), después de leer este artículo no me queda mas que FELICITARTE y decirte ENHORABUENA esta vez SI has sido la MOSCA MEDIATICA que yo comencé a seguir hace casi un año, ENHORABUENA otra vez.. JCFS

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