Con Catalunya sumida en una profunda crisis económica, a Artur Mas no se le ha ocurrido mejor dispendio que meter en los presupuestos una partida de 341 millones de euros para que "sus" medios de comunicación sigan agitando el proceso soberanista. Así lo denuncia ABC:
El desprecio de la Generalitat catalana por el dinero público no conoce límites, y no parece que el Ministerio de Hacienda vaya a imponérselos, pese a las nuevas y favorables medidas de financiación autonómica que acaba de acordar. Si ayer ABC daba cuenta del despilfarro en el mantenimiento y expansión de la red de «embajadas» catalanas en el exterior, hoy damos cuenta de los 341 millones presupuestados para 2015 para subvencionar medios de comunicación. Esta prodigalidad no es nueva, porque el Gobierno catalán lleva invertidos 1.819 millones para infiltrarse en la opinión pública y controlarla mediante la imposición de un discurso que convierte en marginal y peligrosa cualquier idea discrepante con el programa separatista.
Esta política de subvenciones a cambio de sumisión tiene de brazo ejecutor al CAC, afanado en la persecución de medios «desobedientes» y en la estricta aplicación de la ortodoxia del régimen nacionalista. El lado más sórdido de esta política de anulación de la discrepancia es la proliferación de listas negras de periodistas desafectos.
El programa separatista apenas sufre recortes, que se derivan a los servicios esenciales del bienestar de los catalanes. Pero ahí vuelve a estar presente la solidaridad de los españoles, que acuden al rescate de la Generalidad para evitar que entre en suspensión de pagos a sus empleados públicos o a las farmacias, por poner dos ejemplos significativos de la intervención del Estado.
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