El trato de El País a Podemos es digno de observación; primero vetaban sus informaciones, y en los últimos meses han pergeñado una brutal campaña diaria, como la gota malaya, contra la formación que lidera Iglesias.
Quizás sea normal que El País, periódico controlado por el Ibex y asesorado por el Gobierno, machaque a Podemos, formación que ataca al sistema, ya que ese sistema corrupto es el que da vida a una ruina llamada El País. Es decir, que la campaña es un ridículo modo de autodefensa para salvaguardar la cabecera intentado mantener sus privilegios, que son los famosos sablazos al sistema.
Es una pena la decadencia de El País, incapaz de destapar un solo escándalo del sistema, puntal de la monarquía, enjabonador de Rajoy y linchador de Podemos. Por eso le encargan artículos a Antonio Elorza, que ha envejecido fatal-¡quién te ha visto y quién te ve!- y a José Carlos Díez, el economista que decía que no había burbuja inmobiliaria en 2008 y al que le gusta más la cámara que a un tonto un lápiz.
Ayer El País perdió una oportunidad para retractarse, con Lola Galán, defensora del lector, escribiendo un artículo infame sobre su cobertura a la formación:
Hay lectores que ven también excesivo el espacio que dedicamos a Podemos. José Ángel Isla, lector asiduo de EL PAÍS, escribió al periódico indignado porque el 19 de noviembre, “el diario que compro todos los días parecía un panfleto de Podemos al precio de 1,30 euros... portada para Errejón hablando por supuesto de su nuevo partido político pero para nada de su contratación por la Universidad de Málaga y sus estudios sobre la vivienda en Málaga, ahora parece que realizados desde la distancia, desde Lavapiés (Madrid)”. Ese día, como enumera en su carta el lector, se publicó además una entrevista de dos páginas con el filósofo argentino Ricardo Forster, hablando de Podemos; declaraciones de Cayo Lara sobre el mismo partido, y una entrevista con la candidata de Izquierda Unida Tania Sánchez, que también hablaba de Podemos.
EL PAÍS dedica un amplio espacio a este partido, consciente de que es también un fenómeno social. Temo que, a veces, nos excedemos. En cuanto a la beca de investigación de Íñigo Errejón, hemos informado detalladamente del tema, aunque no al gusto de algunos lectores.
Algunos artículos sobre Podemos han irritado a un sector de los lectores
Olaya Argüeso me escribe quejándose de lo que considera “injustificados ataques” a Podemos, a propósito de la información que arrancaba en primera página el 20 de noviembre, con el titular: “Errejón tenía permiso para hacer en Madrid su trabajo sobre Andalucía”, mientras en páginas interiores el tema se abordaba bajo el titular: “Díaz cuestiona que Errejón haya cumplido con su contrato universitario en Málaga”. “Si, como acredita la información”, señala esta lectora, “Errejón cumplió las condiciones de su contrato, y ese es el tema en cuestión, ¿por qué su periódico considera la opinión de la presidenta de la Junta de Andalucía tan relevante como para protagonizar el titular?”.
Jorge A. Rodríguez, redactor jefe de Noticias, que engloba las secciones de Nacional y Sociedad, responde a esta pregunta: “La noticia no ‘acredita’ que Errejón cumpliera su contrato, sino que describe tanto las condiciones de trabajo como del contrato, además de recoger la opinión del investigador principal y, cómo no, la de la presidenta de la Junta de Andalucía, que es la responsable de la entidad pagadora (la Junta financia proyectos de investigación de la Universidad de Málaga). De hecho, todos los medios dieron cumplida noticia de las palabras de Díaz. Ambas cuestiones están recogidas en el diario: apostando con el contrato en primera, y con la reacción de Díaz en el interior”.
Otro lector, Luca Ferretti, que se presenta como investigador, escribe desde París lamentando que EL PAÍS se haya sumado a las tesis que ven irregular la conducta de Errejón en este caso, sin entender las peculiaridades del trabajo del investigador. “Investigar no es un trabajo normal para nada, en lo bueno y en lo malo, y aunque se emplean los mismos contratos que para cualquier otro trabajo, estos no tienen sentido”. En opinión de este lector, los periodistas deberían haberse informado adecuadamente de las características laborales especiales que entraña la investigación.
“Sabemos que, efectivamente, investigar no es un trabajo normal, que puede requerir trabajo de campo y que muchos investigadores no están a tiempo completo”, responde también Jorge A. Rodríguez. “Hemos hablado con investigadores, tanto de Ciencias como de Humanidades. Pero lo cierto es que los contratos dicen lo que dicen. El de Errejón especifica claramente que su jornada de trabajo es de 8.00 a 16.00 horas de lunes a viernes, y que el ‘centro de trabajo habitual’ es el departamento de Derecho Financiero, Economía Política y Filosofía del Derecho. Quizás los investigadores deberían firmar, y las universidades deberían plantear, otro tipo de contrato que se adecúe más a las condiciones del trabajo de investigación”.
Otra lectora, Cristina Buhígas, ve “un intento más, el enésimo, de predisponer a los lectores contra Podemos”, en una noticia publicada en la edición impresa el 24 de noviembre con la firma de EL PAÍS y titulada “Podemos aún no ha concretado su propuesta de renta básica”. A su juicio, se trata, “de una no noticia que no debería tener el formato de información sino el de opinión, firmada por algún columnista o ir en la página de los editoriales”.
Rodríguez responde: “No puedo estar más en desacuerdo con la lectora, ya que la noticia era la respuesta de Podemos a la entrevista publicada con [el líder del PSOE] Pedro Sánchez, el día anterior, en la que arremetía precisamente contra la renta básica, y en ella se explicaba, tras hablar con miembros de la formación de Iglesias, que esa propuesta no está aún perfilada. Está en proceso de modificación. Por ello, es una de las informaciones llamadas de ‘reacciones’, clásicas en el periodismo”.
Es evidente que los lectores no tienen por qué estar de acuerdo con la selección de noticias, ni encontrar de interés todo lo que se publica en el periódico. Dicho esto, no veo nada incorrecto en esas informaciones, aunque noto un malestar en los mensajes que las cuestionan similar al que percibo en las cartas de protesta que me llegan inexorablemente cada vez que EL PAÍS dedica un editorial a Podemos. Entiendo las quejas de los lectores, pero quiero recordarles que el periódico es soberano en lo que a su línea editorial se refiere. Y tiene el derecho y el deber de ejercer la crítica, por supuesto basada en argumentos y no en descalificaciones.
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