Sí nos quejásemos de los medios de comunicación no estaríamos preparados para gobernar. Nos espera un año complicado", decía un aguerrido Pablo Iglesias, reforzado tras su periodo de hibernación, donde ha reformulado las propuestas de Podemos y ha reiniciado un discurso que necesitaba un nuevo impulso.
En su retorno a TVE, agradeció a los trabajadores de la Corporación, "porque gracias a ellos estoy hoy aquí", frase que pareció molestar a Sergio Martín, el director del decadente Canal 24 horas y presentador de su formato estrella. El director hipster, con las manos pringadas de aceite después del masaje de la semana pasada a Pedro Sánchez, tiró del argumentario del TDT Party y del PP para intentar comprometer a un Pablo Iglesias reforzado por un discurso renovado.
Martín quiso ganarse la simpatía a quien le debe el puesto, al PP. Por eso tiró de calculadora para intentar desmontar el documento económico de Navarro y Torres, cosa que fue contrarrestada por un Iglesias que se traía, como casi siempre, los deberes hechos de casa. Es cierto que había cierta expectación por las respuestas del líder de Podemos sobre asuntos como el de Errejón y sus supuestos pagos en B con su productora, por eso Iglesias sabía que debía una explicación y que como el alcalde de Bienvenido Mister Marshall, debía pagarla: Errejón podía trabajar desde otra ciudad, Errejón cumplió su trabajo, y Errejón erró en pedir verbalmente por escrito la modificación de una cláusula de su contrato con la Universidad de Málaga: "El drama es el papel que falta. Y el PP y el PSOE quieren decir que somos igual de corruptos que ellos".
Iglesias aprovechó para explicar su ausencia en Telecinco: "Se nos puede acusar de muchas cosas pero no de no querer dar la cara. Propusimos que íbamos cinco representantes y Telecinco estaba encantada, pero dos horas después nos dicen que no puede ser". ¿Habían cerrado la cadena el acuerdo, en ese breve paréntesis, con el Pequeño Nicolás?
El líder de Podemos negó haber cobrado o pagado en negro-estamos en un país donde su Presidente nunca ha podido decir lo mismo-, e invitó a Riobóo, el dueño del Canal 33, a acudir a los tribunales: "Es posible que los obispos le van a abrir las tertulias". ¡Toma, 13 TV!
Y la entrevista la remató una enganchona con Alfonso Rojo, al que Iglesias acusó de estar condenado por mentir: "Es una vergüenza que una televisión pública traiga a condenados por mentir".
Sergio Martín, que negó la acusación en ese momento de las redes, que le acusaban de estar especialmente agresivo, remató su patética actuación con una entrevista digna del argumentario del PP de los noventa: "Decía usted en un vídeo que esperaba que excarcelaran a varios miembros de ETA. ¿Estará usted de enhorabuena?". "De enhorabuena nada, no se puede jugar así con el dolor de las víctimas", respondió Iglesias, ante la mirada atónita de Martín, que el día que Antonio Jiménez deje El Cascabel, los curas deberían contratarle. Cambiarían la caspa genovita de los noventa por un hipster tipo FAES, uno de esos típicos amiguitos de García Legaz y el Pequeño Nicolás.
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