Volvieron los tróspidos con una bruja televisiva, un Mister Gay y una virgen por elección







La introducción del humor ha ayudado a la evolución del género del reality. Anoche arrancó la cuarta edición de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, el reality que más y mejor aprovecha el montaje del programa, la provocación de situaciones surrealistas por guión, los efectos especiales, la introducción de actores que representan papeles poco creíbles, o la utilización de canciones simpáticas, como "Lo dudo" de Los Pachos, colocada segundos después de que una recauchutada rubia oxigenada afirmase que todo de ella era natural. El reality tróspido, rey de la postproducción, prima el humor por encima de la polémica. Solo por esto es de agradecer que regrese. Ayer lo hizo con cinco hijos postulándose para buscar el amor.

El primero en dejarse conocer fue Rafa, el pijo de la edición, amante de los coches caros y de las avionetas, que sorprendió con un tupé XXL y una chulería por encima de lo normal, ya que aparcó su coche, dice que comprado al "Kun" Agüero, en un carril bus-repitiendo el incidente de Esperanza Aguirre-. Entre sus pretendientas destacó la insoportable Sara, que decía que era VIP como él, aunque seguramente tenga la cuenta bancaria con menos ceros que Rafa, su ansiado amor, que paseó a Sara mientras las demás sacaban las garras en la parada de un autobús.

El segundo mozo en ofrecerse fue David, un ser extraño y empanado que fue eclipsado por su madre, Rosa María Cobo, una famosa echadora de cartas de las de la madrugada, que vendió la mercancía de su hijo con idéntico descaro con el que engatusa a las pobres viejecitas. Esta relación edípica entre madre e hijo dio mucho que hablar, ya que Rosa María dijo que su hijo era "un gran amante", mientras que David soltó, ante el pasmo del personal, que solo le faltaba acostarse con su madre.

Rosa, futuróloga, impuso una auténtica dictadura a la hora de elegir pretendientas, con frases del tipo, "esta tiene que ver poco contigo. En otra época y en las vidas pasadas seguramente sí".
Cuando a David le tocó expulsar a cuatro pretendientas, se evidenció el poder de la vidente, que razonó las dos primeras expulsiones de su hijo con un "son de signos de agua", es decir, que rige la vida de su hijo por el horóscopo, como millones de analfabetos al otro lado del charco. La tercera expulsada tampoco fue decisión de David, sino de mamá, que adujo lo siguiente: "No le has caído bien, le has entrado mal". Tras las expulsiones, David amenazó con rebelarse contra ella, a lo que la Cobo respondió: "Ha llegado el momento de dejarlo volar". Seguro que sí.

El tercer chulazo fue Marcus, acompañado por una desagradable y polémica madre llamada María José, que dará mucho que hablar en esta edición. El tal Marcus lo tiene muy claro; no le gusta la gente fea, le gustan "putones, operados como travestis, pero familiares", y se definió como maniático del orden. La tal María José dio mucho que hablar por la siguiente frase: "Imagínate que no les gusto a las chicas por ser gallega". A una sevillana, que repitió mil veces la palabra Sevilla, sí que le cayó bien, ya que la trató como a un Furby: "Ayyy, que simpática parece". De simpática lo único que tenía eran unos modelitos dignos de cualquier mercadillo de Aluche.

El cuarto contendiente fue Sandro, premio a la mejor sonrisa en Mister Gay 2014, que como comprobamos tenía escasa cultura: "Yo soy monárquico, no entiendo los que les gusta la anarquía". ¿Quiso decir República? El tal Sandro, monitor de un gimnasio, debe ser bueno en lo suyo, ya que para referirse a su labor.soltó, "te pongo el culo fino". Al Mister Gay le tocó en suerte un pintor underground que pintaba con su sangre y un chico que llevaba cinco años sin pareja. "Que bien, que independiente". "No independiente no. Dependiente. Trabajo en una tienda de ropa". Chiste digno de la época florida de Mariano Ozores. El tal Sandro, tras expulsar a varios candidatos, barruntó el amor entre dos de sus pretendientes, cosa que parece que dará que hablar en las próximas semanas.

Y el quinto y último concursante fue Diego, un cineasta un tanto freak, pero simpático y dicharachero: "Hago cortos de 17 minutos que cuando los ven mis amigos me dicen; he perdido 17 minutos de mi vida con esta basura". Su madre, Estrella, alardeó de haberse trincado a un torero, "figurón en las plazas y fuera de ellas", presumió. Diego definió a sus amigos como "la Generación del 27 pero en subnormal". En suerte le tocó una ex militar que le dijo que tenía el día de su muerte escrito, una chica que le dijo que no creía en el amor, otra que dijo que adivinaba lo que pensaba toda la gente, una tragaldabas de cerveza, y una "virgen por elección", que a la vez era adicta a Cincuenta sombras de Grey, pero que fue expulsada a las primeras de cambio.

Tendremos ocho semanas más para comprobar como transcurren los cinco grupos en busca del amor, pero el estreno dejó buenas sensaciones.









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