Había expectación por ver la entrevista de Évole a Esperanza Aguirre. El presentador había advertido en las entrevistas promocionales que su encuentro con la lideresa fue muy complicado, "porque Esperanza es un toro muy toreado". Évole barruntaba tensión esperando a su invitada en un bar cerca de Génova. Mientras, se entretenía hablando con los camareros del local: "No sé como será la entrevista. Ella critica bastante a nuestra cadena y me gustaría que le gustase la entrevista". A esa misma hora, una cámara de Salvados perseguía a una molesta Esperanza; "joder, una hora de peinado para esto", decía la lideresa mientras señalaba a la lluvia que teñía de gris el cielo de la capital.
Al fin llegó el encuentro en el bar, que fue el preámbulo de la esperada entrevista. Ahí Évole se entretuvo en chascarrillos diversos; que si la pluralidad de Telemadrid, que si un chiste sobre su incidente con los agentes de movilidad, que cómo le gusta el gin tonic, etc. Esperanza en ese terreno se sintió cómoda y sacó su cara más amable, antes de llevarlo hasta la sede de Génova, donde Évole no desaprovechó la entrada triunfal y la situación para sacarse de la chistera un chiste de guión: "Para haberla pagado con dinero negro ha quedado bien la reforma". Esperanza puntualizó que la famosa reforma no afectó a la primera planta de la sede, que es la que utiliza el PP madrileño.
En la sede Évole tampoco estuvo fino, ya que perdió mucho tiempo en temas ligeros o absurdos. El catalán se recreó con chistes sobre el capote que adornaba su despacho, y se entretuvo en anécdotas y varias curiosidades; preguntó sobre su relación con Gallardón o Aznar, sobre los tiempos del Caiga quien caiga o sobre un artículo de Jabois que acusaba a Esperanza de obligar a un consejero a arrodillarse ante ella.
Aguirre llevó todos los ataques a su terreno y contraatacó atizando a Podemos: "Cuando Pablo Iglesias va a La Sexta le hacen un Aló Pablo, pero no hablan del dinero de Monedero o de las becas a Errejón".
Évole, que no reparó en que se le iba el tiempo, se puso a atacar en el tiempo de descuento, cuando Esperanza Aguirre, curtida en mil batallas y ganadora de múltiples guerras políticas, ya había salido victoriosa del partido. Para entonces era tarde, aunque a Évole le dio tiempo para preguntarle sobre su relación con Francisco Granados, sobre su relación con una consejera de Caja Madrid propuesta por ella y sobre Bárcenas. Cuando las cosas se pusieron feas, una secretaria irrumpió en su despacho y Esperanza bromó: "Hemos acabado, si son las siete y diez y hemos acordado hasta las siete". Évole, pasmado y atónito, ni se pudo despedir de Esperanza, que volvió a salir indemne en territorio comanche. "Una nueva huida de Esperanza", decían en Twitter, inconscientes seguramente de que Esperanza había vuelto a salir triunfante, aunque Évole en parte también, porque Salvados arrasó anoche con un 21,2% de share y más de cuatro millones y medio de espectadores, dato que supone la segunda mejor marca en las doce temporadas del programa.
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