Bertín Osborne, "el campechano de la placidez franquista"







Xabi Larrañaga firma un brillante artículo en el Grupo Noticias donde desentraña el ordinario éxito de Bertín Osborne, señor que tal y como destapó Extraconfidencial está utilizando su programa para promocionar su negocio. Pasen y lean:
Se acaba de publicar Yo hice la mili, recopilación de anécdotas, chanzas y añoranzas sobre el Servicio Militar Obligatorio. Aquello de que los amigos de entonces lo son para siempre, las novatadas nos prepararon para la vida y la mezcla entre distintos enriqueció nuestra corta visión del mundo. Yo no dudo de que unos cuantos paisanos disfrutaran de su estancia en Melilla. Pero aún dudo menos de que algo ocurre en España cuando la carcajada progresista de Historias de la puta mili es hoy sonrisa melancólica y casi hasta lagrimita. 
Y es que tras varias décadas engañándonos con Almodóvar la realidad se despereza y resurge de su piscina Bertín Osborne o Mazinger Z, puños fuera, vuelve el hombre, no sé freír croquetas y cómo me descojono. Lo del soberanismo es un coñazo, macho, y Soberano, en cambio, no. La osborneidad en boga tiene algo de aquella placidez franquista de don Jaime, y algo de chiste de mariquitas, y algo de mira ese culo de la era prewhatsapp. Y el bertinato, pues eso, los tengo cuadrados y Huevos de oro no era una caricatura: era un precedente. 
El artista resulta simpático y el éxito de su programa es el espejo de un país que no solo existe y resiste, es que encima gobierna y desgobierna. También desmiente a quienes piensan que la calle es más Najwa Nimri que Arturo Fernández. Por supuesto hay otro pueblo que no marca paquete y lee en el metro, que friega platos en Londres y estudia un máster en Chile. Pero esa imagen de una cocina de la NASA y dos hidalgos que no saben usarla resume siglos de triste historia y negro presente, de Cervantes a Chirbes pasando por Jesús Gil. Con un par.

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