Si estudias periodismo, tienes pensado hacerlo en un futuro cercano o simplemente sigues el panorama informativo a través de los medios de información, estás obligado a conocer el mundo donde vas a zambullirte o a empezar a aprender a discernir realidad y ficción en el hábitat donde respiras a diario.
Porque poco tiene que ver con los catálogos que leerás, los temarios que deberás aprender, las arengas buenistas de tus profesores o las conferencias o clases de periodistas hipócritas que hablan sobre la imperiosa necesidad del periodista, ser humano investido por la gracia de Dios a descubrir la verdad en un país supuestamente democrático y sin tabús.
Lección uno: Poco glamour y mucha caspa
Muchos, por ensoñación o porque han visto películas americanas, creen que el periodismo vive por norma general rodeado de famosos y lujos, disfrutando de una vida trepidante al borde del límite. En realidad la mayoría de los periodistas sufren la precarización de una profesión que ha perdido miles de puestos de trabajo gracias a la doble crisis que sufre este campo; la económica, como casi todos, y la transición al entorno digital.
Lección dos: Internet ya no es futuro
Internet es presente. Este hecho ha motivado el nacimiento de un sinfín de medios que han conseguido aumentar la pluralidad informativa a costa, en su mayor parte, de desprestigiar la profesión, ya que la mayoría de generalistas en la red crecieron al calor de Ferraz y Génova, que repartía cuotas del Ibex e informaciones interesadas vomitadas por sus departamentos de comunicación a cambio de convertir el entorno digital en una cloaca en su mayoría sumisa y sensacionalista.
Lección tres: La noticia de tu vida te la deberás tragar
El mundo periodístico es una jungla donde deberás saber leer las lianas de intereses que se cruzan sobre el medio donde trabajes o más bien colabores, ya que vamos camino a que los periódicos se nutran de un sinfín de freelance que se pagan como pueden la cuota de autónomos. Y los intereses son el partido de turno afín, la docena de oligarcas del Ibex que insertan su banner en la web-no lo hacen porque crean que van a rentabilizar sus inversiones publicitarias, sino para comprar silencios- y las cadenas donde tus jefes puede que colaboren como tertulianos. Más vetos y silencios que información, por supuesto.
Lección número cuatro: No aprendas a escribir, ampútate tus escrúpulos
Un senior del periodismo me señalaba el año pasado que acababa de fichar como colaboradores a dos redactores; el primero tenía un sinfín de errores de estilo y un innumerable número de fallos ortográficos por artículo, pero como olía la noticia y era sensacionalista, las visitas no dejaban de subir. El segundo en cambio escribía mejor que bien, pero los escrúpulos y la ética le convertían a la larga en un lastre. Adivinen a quién no renovaron.
Lección número cinco: El nicho por encima del estilo
A partir de ahora tú eres un negocio para un avispado editor, tu pasado y currículum cuentan cero en el entorno digital. Da igual tu experiencia, si acabaste la carrera o simplemente vaciaste el grifo de cerveza en el bar de la universidad. Tú valdrás lo que tu número de visitas que proporciones al rancho común digan que vales. Por lo tanto el estilo solo sirve en contados casos. Ahora vale el nicho. Especialízate en algo que no sea vulgar pero que a la vez tenga cierto tirón. ¿El fútbol extranjero, el cine independiente o la política internacional? Mejor hazte experto en jaulas de canarios, porque se pueden monetizar más fácil que los temas anteriores. Así es la vida.
Lección número seis: No olerás moqueta
Olvídate de ser el cronista del Congreso o de ser enviado especial a los conflictos internacionales. En tu puta vida verás a un famoso, simplemente rastrearás Google y las webs más famosas día y noche para recopilar información que traducirás con un titular sensacionalista para la web de turno en la que colabores. Así de crudo. Y es que hoy en día no hay dinero para cubrir las guerras, sale más barato tirar de agencias y del Youtube. Y tampoco hay dinero para investigar, que es caro e incómodo. Solo hay dinero, y poco, para opinar y plagiar.
Lección número siete: No me hagas ni puto caso
Si crees en el periodismo de verdad, hazte un nombre autoeditándote. No tendrás jefes ni horarios. Y si llamas la atención, quizás consigas trabajar y colaborar en algunos medios libres y decentes, que haberlos "haylos". En fin, que hay que desmitificar esta profesión de pájaros de mal agüero, pero no me hagas ni puto caso. Perdón por el coñazo.