Javier Adler en Rebelión ilustra lo barato que se vende la decadente prensa de papel, que es capaz de prescribir las patatas fritas para adelgazar con el mismo salero que te recomienda que votes a Albert Rivera para recuperar derechos sociales:
"No hay discusión: las patatas fritas son sanas", titula un artículo del diario económico Eleconomista.es, reproduciendo el de su homólogo mexicano. Una afirmación que pretende zanjar el tema y tranquilizar a millones de consumidores, cuando no reorientar sus dietas hacia el consumo de tan graso producto. Así que uno esperaría encontrar, en el texto del artículo, evidencias contundentes e irrefutables que desafían el sentido común. Pues no las hay, y de hecho estamos ante un ejemplo más de desinformación, que además puede tener consecuencias muy negativas para la salud.
La supuesta evidencia que justifica ese titular se basa en un reciente estudio de la Universidad de Toronto del que se han hecho eco medios de otros países, en unos casos con titulares más razonables y en otros en el estilo del diario español. Dicho estudio ha sido dirigido por un tal G.H.Anderson, quien fue asesor de la multinacional de comida congelada McCain Foods, uno de cuyos productos estrella es precisamente las patatas fritas. Este dato figura en el mismo estudio, al tiempo que se declara, cómo no, que no hay conflictos de intereses. Pero no seamos malpensados y asumamos, a efectos de la discusión, que la investigación está bien realizada. ¿Qué es lo que dice, exactamente?
A dos pequeños grupos de niños de entre 11 y 13 años les dan las mismas cantidades de cinco guarniciones distintas (arroz, pasta, patatas fritas, patatas al horno y patatas hervidas) y se miden los niveles de glucosa e insulina en sangre tras la ingesta. Lo que han encontrado los investigadores, en relación a las patatas fritas, es que los niveles de glucosa e insulina tras comer éstas son más bajos que en los otros casos. De eso va el estudio, tal como puede verse en el título del mismo, y es algo muy diferente a decir que son sanas, un juicio mucho más general que comprende otras variables, como la cantidad de grasa del alimento.
Pero el caso es que el resultado obtenido ni tiene interés alguno ni es original. No tiene interés porque era perfectamente predecible, tal como explican los propios autores,
"Las concentraciones postprandiales [tras la comida] de glucosa e insulina están determinadas principalmente por los carbohidratos de la dieta. Por tanto, no es sorprendente que la comida con patatas fritas dé los niveles más bajos de glucosa en sangre, ya que es la más elevada en grasa y la más baja en carbohidratos".
En otras palabras, los niveles de glucosa e insulina no son indicativos de nada en este caso, ya que están comparando alimentos con una composición muy distinta en cuanto a carbohidratos y grasas. Pero tampoco es un resultado original, pues existen estudios anteriores que llegan a la misma conclusión.
Resumiendo, tenemos un estudio científico muy poco original que llega a conclusiones nada sorprendentes ni significativas. Sin embargo, cuando el conocimiento del estudio pasa del ámbito académico al de la comunicación de masas, sufre una transformación radical. De pronto, algo nada interesante sobre unos niveles de glucosa se convierte en
LAS PATATAS FRITAS SON SANAS
No sólo son sanas sino que según el artículo constituyen "una alternativa más saludable que la pasta o el arroz". Peligroso, irresponsable y potencialmente muy lucrativo para ciertas empresas.
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