Con reconciliaciones, perdones, peticiones amorosas y demás contenido averiado con factura y contenido digno de hace dos décadas, Antena 3 nos obsequió anoche con un estreno que ya habíamos visto mil y una veces: El amor está en el aire.
Este show, montado con desgana, intentó alejarse de su dramática mercancía alejándose de la ñoñería de Hay una cosa que te quiero decir con un público digno de La ruleta de la suerte. Pero ni por esas. Y eso que Juan Y Medio estaba en su salsa, ya que ahora pretende saltar a las nacionales con shows tan blancos como irregulares: el domingo se estrelló en La 1 y ayer salvó por poco los muebles en Antena 3. Quizás se haya cansado de pastorear con el amor de las señoronas andaluzas y con niños gordos que preguntan imbecilidades al famoso de turno. Solo quizás.
Pero aun así el estrenó se salvó al alcanzar un digno 14,1% de share, pero aun así la última hora de Gran Hermano lideró tras subir a un 16,1%. No auguramos mucho futuro al nuevo Sorpresa, sorpresa, pero Atresmedia pretende sobrevivir al torrente de estrenos seguros de Mediaset salvando sus dos principales problemas de su prime-time: los realities no le funcionan y las series nacionales son cada vez más complicadas de rentabilizar.
Anda despistado Silvio González en el horario de máxima audiencia, pero con lo de ayer quizás salve media docena de semanas ante productos tan grises como el relleno de la edición más floja de GH en los últimos años, contra la última chapuza de Frade para TVE y frente a series de reportajes irregulares como En el punto de mira o Enviado especial. Mal comenzaron.
Este señor, con nombre de pegamento, resulta ya empalagoso
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