Rajoy gana el pulso mediático que perdieron Suárez, González, Aznar y Zapatero











Mariano Rajoy encara su segunda legislatura presidencial sabiéndose salvado por los medios de comunicación. El gallego es consciente de que ninguna figura política, por alto grado de carisma o popularidad que gozase, ha soportado los recortes que conllevaba la crisis ni mucho menos conjugados con un escandaloso caso de corrupción en su seno. Pero este político de aspecto impávido ha sobrevivido para contarlo tras abrazarse a la teoría esbozada por Pedro Arriola, reproducción milimétrica de la estrategia que llevó a cabo Mitterrand en Francia con Le Pen.

De Adolfo a Zapatero

Desde el 78 los cinco antecesores de Mariano; Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar y Zapatero, abandonaron la fantasmal Moncloa en medio de un mundanal ruido mediático: Suárez se vio satanizado por fuego amigo entre leyes aperturistas y movimientos reaccionarios, el traje de Leopoldo estuvo salpicado por el aceite de colza, Felipe se agotó entre GAL y corrupción por el llamado "sindicato del crimen" que lideraba Pedro J. Ramírez, Aznar fue noqueado por Polanco con el Yak-42, el Prestige, Irak y el 11-M como munición, y Zapatero no tenía escriba ante el TDT Party y la crisis económica.

La primera derrota de Mariano

Mariano en su primera legislatura como líder de la oposición apostó por el continuismo aznarista, por el seguidismo ante la teoría de la conspiración del 11-M articulada por Pedro J. Ramírez y voceada por Jiménez Losantos, por el "la familia sí importa" de los curas sobre el matrimonio gay y por el insulto a Zapatero por su negociación con ETA. Pero llegó la segunda derrota, corría marzo de 2008, y Rajoy dejó de obedecer la tutela del citado director y del citado locutor, que apostaban por Esperanza Aguirre. La lideresa del tamayazo parecía perfecta: ejercía de liberal egipcia, manipulaba Telemadrid, financiaba con el presupuesto de la CAM a los medios afines, medraba en medios privados como ABC por no cubrir el culebrón sobre el 11-M y acogía en su Telemadrid a los desalojados por Zapatero en RTVE: Ernesto Sáenz de Buruaga, Curry Valenzuela, José Antonio Sánchez, Manuel Antonio Rico, Fernando Sánchez Dragó, José Luis Garci, Luis Mariñas, Isabel San Sebastián, Isabel Durán, Mamen Gurrutxaga, Pedro Ruiz o Nieves Herrero, que ejercían como los cesantes de los que hablaba Galdós en Miau.

Llegó la segunda derrota y todo cambió

Rajoy travistió tras su segunda derrota su mensaje político, manteniendo esta postura en sus cinco años en el poder: de cargar contra los matrimonios entre homosexuales pasó a mantener la Ley, repartiendo posteriormente los puros en la boda de Maroto. De insultar al PSOE por la negociación con ETA a continuar la política antiterrorista de Zapatero. De esbozar la bandera del 11-M a olvidar que existieron dudas sobre su autoría. De llenar las calles de mensajes reaccionarios a no convocar ruedas de prensa en la oposición o hacerlas parapetado en el plasma desde Moncloa. ¿Qué cambiaba para Mariano? Principalmente sus compañeros de cama, Federico y Pedrojota, que lanzaban mensajes que a los socialistas beneficiaban, tal y como señaló off the record Zapatero ante Iñaki Gabilondo y deslizó Miguel Ángel Aguilar en un comentado artículo en El País.

Desalojando a incómodos compañeros de cama

Por la borda cayó Federico, cuya probada rentabilidad en COPE no le sirvió ni siquiera para mantener el micrófono. Corría el verano de 2009 y todo cambió: Federico se acogió al marginal pesebre de Aguirre y los obispos se pusieron en manos de Barriocanal, que tras dos fallidas aventuras denunciadas como traiciones por Losantos, Nacho Villa y Pedrojota (Buruaga), ha desenfundado cuatro veces la chequera sin poder volver a los números negros: del fichaje de Paco González o Carlos Herrera al acuerdo con Vocento pasando por el rescate a 13 TV. Este es el pulso que ganó el Mariano de la oposición, que tras llegar al poder echaba a patadas Ramírez vía boicot publicitario motivado por las investigaciones de la corrupción gurteliana y Urdangarín. Poco después Mariano se quitaba de un plumazo la siniestra compañía de Ariza, que pedía estérilmente un bote salvavidas después de haber ejercido un doble juego con Rajoy, enemistado con Aguirre en Madrid, con Mario Conde en Galicia, con Rivera/Libertas en las europeas y con la ultraderecha en Radio Inter. No solo no escucharon al navarro, sino que con el dinero de los curas le hicieron una OPA a sus presentadores, tertulianos y contenidos para seguir contentando al jubilado nostálgico.

El amigo televisivo

El Grupo Planeta es desde la segunda legislatura el aliado preferido del Presidente. Y es que el grupo presidido por aquel entonces por José Manuel Lara disponía como plataforma mediática de un multimedia de garantías, Antena 3, Onda Cero y La Razón, tutelados todos ellos por Mauricio Casals, "Príncipe de las Tinieblas" y alumno aventajado en el reptilismo de despacho de Anson. Es Planeta quien va a romper el liderazgo socialista en la izquierda española a través de La Sexta tras pacto entre Roures, que sorprendentemente retendría la producción de sus formatos mientras no dejaba de conseguir contratos de la TVE de Rajoy y de la Telemadrid de Ignacio González. Ferreras, su lugarteniente en los contenidos, se puso desde entonces a las órdenes de Casals. Por eso desde entonces Atresmedia ha ejercido un monopolio informativo en televisión que no han puesto en duda ni RTVE, tras el relevo de Fran Llorente, Ana Pastor, 59 segundos, Tengo una pregunta para usted o Juan Ramón Lucas, sustituidos por perfiles bajos primero, Leopoldo Echenique,Julio Somoano, Marta Jaumandreu y Manolo H.H. y por férreo control posterior de los Eladio Jareño, procedente del despacho de Alicia Sánchez Camacho, Álvarez Gundín, jefe de opinión hasta entonces de La Razón, o José Antonio Sánchez, protagonista de algunas de las etapas más siniestras de la TVE de Aznar y de la Telemadrid de Aguirre. Este último ha sido el directivo que se ha encargado de regar con contratos a controvertidos productores como Enrique Cerezo, implicado en el Caso Ático de Ignacio González, José Frade, listo útil del golpe de mano de Aznar a Asensio en Antena 3, José Luis Moreno, que aparece en los papeles de Bárcenas mientras no deja de coleccionar escándalos, o Raúl Berdónes, receptor de un canal de TDT que amadrinó Soraya.

El amigo radiofónico

La segunda pata mediática para Rajoy la ejerce Barriocanal, convertido en cómplice de la máquina de perder dinero en la que se han convertido los medios episcopales bajo su gestión. Porque COPE y solo COPE es capaz de presentar la nueva temporada radiofónica con Soraya Sáenz de Santamaría eclipsando en su discurso al mismísimo Herrera. Y es que la emisora se ha reforzado con Carlos, que no soportaba, al igual que Anson o Ussía, el hipócrita juego de Planeta, que controlaba a la vez Avui a La Razón pasando por L'Osservatore Romano o Playboy España, todo ello aliñado con los siniestros contratos editoriales que firmaron Aznar, Bono o Zapatero por escribir sus irrelevantes libros de memorias. Tras conseguir que COPE eclipsase a una Onda Cero lastrada por el adiós de Herrera y la llegada del monclovita David del Cura (mientras juegan a ratos a la Sexta Radio con Julia Otero y Juan Ramón Lucas), faltaba que 13 TV replicase el modelo de la RTVE franquista de los sesenta: misa de doce, cine clásico y espacios ultras presentados por Alfredo Urdaci, Antonio Jiménez y Nieves Herrero, encargados del Telediario y de las mañanas y tardes de RNE en la segunda legislatura de Aznar respectivamente.

El amigo del papel

Catorce meses antes del triunfo de Rajoy, Vocento prepara la fiesta fichando como director a un periodista cercano al político; Bieito Rubido, que tras el previsible triunfo enfadaba a la profesión al dictarle preguntas a un redactor para facilitar la rueda de prensa del Presidente del Gobierno. En ABC, decano de la prensa madrileña y periódico emblemático de la derecha española, no le ponen en duda ninguna de sus medidas a Rajoy, que mira para otro lado mientras el diario monárquico acoge a antiguos aliados de Génova como Hermann Tertsch o Isabel San Sebastián, esos mismos que ahora no siguen los argumentarios de Carmen Martínez de Castro. Ambos, vetados por listas negras en el show gastronómico de Herrera y recogidos por Federico, son la disidencia tolerada por Moncloa: se les niega el pan pero no la sal. Porque ABC Sigue siendo ABC, diario respetado en el marianismo. Todo lo contrario que el diario en el que figura el tertuliano Marhuenda, único director de papel al que Mariano no le ha movido la silla, en parte por su oscuro pasando en común, o El Mundo, desactivado informativamente primero por Casimiro, hoy en día  muy centrado en un cursillo intensivo de informática para prejubilados patrocinado por el Ibex, más adelante por David Jiménez y su mundo yuppie de Papel plagado de caras de La Sexta, y por último por García Cuartango, síntoma de que el entorno online no es todavía el presente porque los números se empeñan en contradecir a los gurús, que no se enteran de cómo funciona la publicidad lobística. Vocento, la disidencia tolerada, incluso se atreve a afearle la conducta a Carlotti a través de Ramón Pérez-Maura o a recordarle a Planeta vía Rubido la mansión que les paga a Presidentes y Ministros con esos contratos editoriales de los que no se rentabilizan en las librerías. Cosas del fuego amigo.

Es la Sexta; solo la Sexta

Paolo Vasile barruntó que había audiencia, y por lo tanto negocio, en el campo político. Pero la consigna de Moncloa era clara: la información televisiva la controla Atresmedia, por mucho que los votantes del PP se cabreen con Ferreras y Wyoming. Por eso El gran debate fue cancelado meses después de que Jordi González leyese unos mensajes amenazantes de Moncloa por tocar la corrupción gurteliana. Por eso Te vas a enterar se cayó de la parrilla tras emitir un escrache a Soraya Sáenz de Santamaría, personaje intocable que motivó el portazo de dos redactores de El País poco después. Y por eso Jesús Cintora no solo se lo cargaron tras triplicar los datos del mediodía, sino que lo humillaron cerrando desde entonces la aventura política de Mediaset, al que se le permite coleccionar centenares de millones de beneficios a cambio de narcotizar al personal con el colorín. ¿Plomo o plata? Vasile eligió plata y Ferreras recuperó el liderazgo del mediodía poco antes de forzar la salida de Antena 3 de Gloria Lomana, la que molestó a Rajoy con su alfombra a Aznar. Y eligió plata por tres motivos: para que a TVE no vuelva la publicidad, para que Competencia no les mengue o mangue la cuenta de beneficios y para que cayera la pedrea entre las nuevas TDT mientras nacían proyectos inofensivos y marginales.

El negocio de la Sexta

Y ahí tienen a Ferreras, guiando la dirección editorial que marcan las instrucciones de Casals y el oráculo de Arriola, ese que tildaba de cara a la galería de "frikis" a Podemos poco después de conseguir que la formación morada entrase en la vida política nacional a través del CIS. Porque no se engañen: Antonio García Ferreras es un simple mercenario sin ideología, ya que sabe que debe modular las constantes subidas y bajadas del PSOE y Podemos, mareo que asegura el trono eterno a Mariano. Porque Ferreras baila con Florentino, Iglesias y Rivera con la baraja marcada mientras permite que Lacalle y Rallo impartan lecciones de neoliberalismo en prime-time o que Inda y Marhuenda ejerzan de involuntario dúo cómico. ¿Y por qué nadie tose a Ferreras? Porque el papel está anestesiado a manos de Moncloa y porque la mayoría de los principales digitales, la única prensa con cierta libertad, está domesticada con promoción gratuita en las tertulias de la cadena mientras sus jefes se llevan trescientos euros extra por aparición: desde El Diario a Infolibre o Público pasando por OK Diario. Solo no bailan al son de su música Libertad Digital, Voz Pópuli o ABC, pero aun así Ferreras recluta con frecuencia a tres de sus rostros amables: Pablo Montesinos, Óscar López-Fonseca y Anna Grau. Solo falta Pedro J. Ramírez, y no por falta de ganas; simplemente el Santander le mantiene ahora el chiringuito mientras deja tranquila a Doña Letizia y no desestabiliza al establishment, hecho que acepta tras darse cuenta que con la calderilla de Twitter, Orbyt y "los leones" no le paga siquiera el chofer.

Los amigos de la izquierda

Mariano se ha hecho con esta confortable alfombra mediática por dos motivos: la estrategia de Arriola y los tiempos, que han corrido a su favor porque el feroz Cebrián perdía los colmillos mientras Soraya le llamaba a los bancos, que canjeaban deuda por acciones mientras Janli se llenaba los bolsillos a la par que El País se vaciaba de principios. Y con la izquierda mediática cautiva y desarmada, Rajoy a través de las cloacas y su compinche Jorge Fernández Díaz haciendo malabares con los informes del CNI que le pasaba Soraya, desactivaba los dos proyectos que cuestionaban el estatus quo actual: el proceso catalán y el nacimiento de Podemos. El primero cayó con El Mundo ejerciendo como verdugo, hecho por el que sacó pecho Ramírez tras tumbar según él la mayoría de Mas, político que vio como sus dos puntales del procés, Godó y Zeta, se distanciaban de su pesebre en la Generalitat antes de ser rescatados por el millonario duopolio: Mediaset y Atresmedia. A Podemos se lo cargaron entre todos, desde El País hasta La Razón, a cuyos lectores nunca les llegaron los chismes de las entretenidas meriendas de Casals y Bárcenas, negociación de amigachos que acabó con el tesorero en diferido cantando La Traviata ante Ramírez en la entrevista que supuso su acta de defunción profesional del riojano tras cuatro décadas de enredos. ¿Quién le iba a decir a Pedrojota que iba a acabar con él un actor de reparto al que ni siquiera tenía en cuenta? Pero sí, la vedette murió a manos de Rajoy, un tipo con pinta de figurante con frase que se ha hecho con los mandos del país con el único fin de conjugar el trono, la conspiración y los vicios. Ya nadie lo duda: Mariano nos salió Borbón.




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