Los chavales que vayan a estudiar periodismo deben estar atentos: érase una vez un periodista que, en el grupo que cacarea que solo está pendiente de la rentabilidad, Mediaset, hizo que un programa, 'Las Mañanas de Cuatro', triplicase sus números en solo dos años y se convirtiera en líder del mediodía. Pero el amo del cotarro, Paolo Vasile, consciente del enfado del PP con el periodista de moda, no se conformó en hacer una demostración de fuerza ante Moncloa, sedienta de la cabeza del soriano (y con el reparto de licencias TDT como tarea pendiente).
Vasile ya había sacrificado a 'El gran debate' semanas después de que Jordi González denunciase presiones monclovitas por abordar el Caso Bárcenas, y 'Te vas a enterar' tras una protesta de Soraya Sáenz de Santamaría porque habían emitido un escrache a las puertas de su casa. Pero ese día había que demostrar poderío no solo había que despedir: había también que humillar al "malvado" Cintora. Y dicho y hecho: Mediaset rebotó la nota de prensa más dura que se recuerda. En ella se denunciaba la manipulación de su ya ex estrella: "La línea editorial de Mediaset España es coherente en toda su programación y tiene el claro objetivo de informar, que no formar, a los espectadores a través de un pluralismo con el que dar voz a absolutamente todas las opiniones políticas y con unos presentadores que traten la información de manera objetiva. Ese compromiso con la audiencia nos hace responsables de acometer algunos cambios para la tertulia matinal de Cuatro, contando con Jesús Cintora para otros proyectos".
Parece ser que Cintora se lo había creído y había hecho oídos sordos a las sugerencias italianas, y claro, había que hacérselo pagar para dar ejemplo. Y ocurrió lo más inesperado: el periodista de los indignados estuvo callado durante dos años, esquivando preguntas sobre su despido y escribiendo libros irrelevantes y artículos poco llamativos. Entre medias Mediaset le daba trozos de zanahoria que tenían dos claves: nada de debate político sobre actualidad, su especialidad, y nunca programas en directo. Y llegaron 'En la caja' y 'A pie de calle', espacios de reportajes que pasaron sin pena ni gloria. Ahora ha llegado 'La línea roja', en la que la factoría de Ana Rosa captará a un antitaurino y a un taurino y les intentará cambiar de opinión entre otras travesuras. Es decir, que mantendrán a Cintora en el congelador presentando espacios absurdos mientras éste guarda cobarde silencio. Eso sí, las tardes de Cuatro seguirán hundidas mientras Cintora mira por la ventana. Felicidades a Mediaset por su negocio y le damos el pésame a Cintora por no creer en él: con el caldo de cultivo que hemos vivido hubiese conseguido trabajos de mayor altura en aguas menos siniestras.
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