Una compungida María Dolores de Cospedal señaló el día de la Pascua Militar que "estamos inmersos en la consolidación de un nuevo escenario en el que las noticias falsas son cada vez más frecuentes. Debemos terminar con cualquier tipo de manipulación de la opinión pública a través de informaciones construidas para complacer ciertos intereses". Parece una definición perfecta del siniestro despacho dirigido por Soraya Sáenz de Santamaría, Carmen Martínez de Castro y María Pico en el que se reparten cada mañana argumentarios, mentiras y mordidas en perfecto entramado de sedientos editores y precarizados periodistas.
Lo hizo sin despeinarse Cospedal, que dirigió un Gobierno cuya cadena autonómica estuvo comandada por Nacho Villa, periodista que tuvo el honor de ser el primer director de televisión en ser amonestado por el Senado por entrar a grabar sin permiso en el despacho del líder de la oposición, Emiliano García Page. Por supuesto que María Dolores no lo echó, sino que le confirmó en su puesto demostrando su amor por la verdad periodística.
La adalid de la verdad
Pero no le tembló el pulso a la mujer de Ignacio López del Hierro, que cobró cinco sueldos a la vez mientras desmantelaba en Castilla-La Mancha la Ley de Dependencia. Ahora ella se ha convertido en adalid de la verdad hablando de forma rotunda ante el monarca emérito y el actual, que ha heredado un confortable silencio mediático de su padre que evidencia que la prensa española cobija a bots madrileños que no habitan en el Kremlin o en Miraflores.
Es evidente que Estados Unidos, Rusia o Venezuela tutelan ejércitos para provocar climas propicios en el extranjero. Esta táctica geopolítica, capítulo 3.0 de una Guerra Fría sin rastros de sangre, es inofensiva frente a la manipulación diaria de la cuadrilla que tutela el bloque monárquico en Madrid (6 periódicos en papel, 4 radios, una televisión pública estatal, docenas de digitales y la mayoría de televisiones). Y aun más aun frente al intocable duopolio de Google y Facebook que vende nuestra información íntima ante la mirada pasiva de un Gobierno que ve con satisfacción como el papel silencia la imputación del PP como partido por corrupción o el mastodóntico rescate bancario.
Pero ellos son patriotas de primera de los de rojigualda en la muñequera, cartera en Suiza y móvil en estado de alerta por si llama Alemania para exigirnos de nuevo sumisión. Son intervencionistas como Trump mientras exhiben liberalismo. Lo hacen porque saben que han ganado la guerra dialéctica (relean 'Un mundo feliz'): "intervenir" Bankia está bien pero si "nacionalizar" un sector estratégico como la energía eres un rojo y un hijo de puta. Porque es evidente que las fake news son la excusa para achicar nuestros espacios de libertad.
Por supuesto que a esta chusma no se le cae la cara de vergüenza porque ellos tienen sentido común, y exhiben la Ley ante proyectos democráticos mientras la incumplen a diario cual cleptocracia con la complicidad de un periodismo que hoy sobrevive entre la mendicidad y el chantaje. No le va nada mal a esta cuadrilla porque han ganado la guerra y lo saben. Y si no aplaudes su triunfo eres un antisistema que podría morir de un balazo de un GAL mediático gubernamental que ha practicado la guerra sucia junto a las cloacas del Estado y al periodismo respetable.
Bueno yo no espero nada de la persona (por llamarla algo) que dijo aquello tan surrealista y veraz de "Se le ha pagado en diferido "Para mi este país es de derechas y además rancias
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