El ego hecho persona, Arcadi Espada, pretendía lavarle la cara a Francisco Camps con el libro 'Un buen tío'. Dice el autor en El Mundo que "el caso Camps es un ejemplo de posverdad en la medida en que el lector tolere el anacronismo. Porque se desarrolló mucho antes de que apareciera esa palabra, íntimamente relacionada con el populismo político y el populismo internáutico, y al margen de la ruina generalizada que el marco digital ha traído a los periódicos. El caso Camps no fue relatado por becarios de sueldos ínfimos, sino por periodistas con experiencia, bien pagados y bien considerados. El caso Camps es un asunto, pues, del viejo periodismo y de la dificultad de discusión, revisión y modernización -esta dificultad, sí, agravada ahora con la crisis- de sus códigos de representación de la realidad".
En El Confidencial explica que "no tengo datos para decir por ejemplo que Rubalcaba y Zaplana se pusieran de acuerdo para acabar con Camps. ¿Qué he encontrado? Mala praxis, incompetencia, necedad y algo vinculado con las convicciones. En el libro, al hilo de lo que dices de Thompson, escribo que es mucho más fácil ser incompetente cuesta abajo de tus convicciones que cuesta arriba. Eso es clave para construir el relato, si lo haces a favor de tus convicciones, como diría otra vez Kahneman, inmediatamente tus controles se aflojan. Tu sabes además que las personas cuando nos hacemos mayores ya solo queremos hablar con gente que nos da la razón, lo que nos da placer literalmente físico".
El problema para este señor aficionado a ejercer de abogado del diablo para demostrar su supuesto talentazo es que a Camps lo imputaron días antes de salir 'Un buen tipo' a las librerías por la visita del Papa a Valencia. ¿Jaque mate?
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