Los Morancos, en feliz analogía de Arús, celebraron este pasado jueves los 40 años de Constitución en el Colegio de Arquitectos de Madrid. El País, organizador del Carnaval democrático, prometía un debate entre los ex presidentes, pero la autosuficiencia cómplice de ambos disipó cualquier conato de disidencia.
Aznar y Felipe tan solo se intercambiaron algún comentario ocurrente, demostración patética de estos nuevos Cánovas y Sagasta, a los que no les ha unido su amor a España o a la Constitución. En realidad a este par de golfos, la Mister Y del GAL (la X era el Rey) y la Mister W de Irak, les ata el odio furibundo que sienten hacia a los dos fenómenos políticos que han puesto en solfa al Régimen del 78: Podemos y el procés.
Felipe y Aznar no se enteran que el primero fue una respuesta madrileña a la cleptocracia bipartidista y el segundo surgió como fenómeno catalán chauvinista relacionado con la falta de higiene mediática que anida en Barcelona (porque el partido único del socio de ambos, Pujol, evitaba las zaragatas bipartidistas madrileñas que sacaban el GAL o el Naseiro de turno, eso sí, en esos altercados no se arañaba la inmunidad del elegido de Franco y padre del patético marido de doña Letizia, que ahora ha heredado el derecho de pernada del Bribón).
Mentiras
El jueves tocaba glorificación del consenso, o sea mentir. Porque nadie le recordó a Aznar que lideró la refundación de AP, partido impulsado por 7 ex ministros de Franco y que contó con 8 diputados de sus 16 iniciales que se negaron a votar a favor de la Carta Magna, cuya elevada abstención en el referéndum recibía un aplauso del ex líder popular, tal y como se demuestran sus artículos en el diario Nueva Rioja.
Soledad Gallego-Díaz, huésped del sujeto que quiso encarcelar a Polanco, hubiese honrado la memoria histórica de El País recordando la crónica que hizo el periódico el día después del referéndum constitucional, titulada Incompetencia y caos: "En realidad ayer se votó -increíblemente- sin un censo oficial y cerrado y en el contexto de un notable caos de listados en el que se han producido duplicidades, ausencia de bajas, injustificadas desapariciones de muchos votantes del 15 de junio y la desordenada incorporación al censo de los nuevos electores entre dieciocho y veintiún años. Todo un ejemplo de desorden, tan rechazable si es intencionado como si no lo es", explicaba el periódico.
En fin, que tocaba postureo democrático, panegírico constitucionalista y picardía de estos dos amantes de las puertas giratorias que se han negado a dejar de mandar. Sus consejos fueron desoídos por Zapatero y Rajoy, que ganaron en las urnas cuando se alejaron de este dúo cómico infecto, y por eso ahora quieren decirnos qué tenemos que hacer. Encarcelarlos sería hacer justicia, pero nosotros somos más de 2 de mayo, cuya continuación fraticida, castiza y medieval fue el 18 de julio. Y de aquellos polvos...
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