Dos agentes de la Policía se personaron el viernes en la redacción de Moncloa.com para exigir los audios de Villarejo. Esta pintoresca imagen, luego dicen de Caracas, se pudo evitar en la víspera si la Fiscalía Anticorrupción hubiese dado señales de vida ante el ofrecimiento de las cintas realizado por el editor del citado medio, Alejando Suárez, que ha denunciado la guerra sucia gubernamental liderada con entusiasmo por Prisa.
Una de las intenciones de esta campaña es salvaguardar la imagen de Baltasar Garzón, al que se le ha caído la careta progresista. El divo juez estrella afirma que interpondrá una querella contra Moncloa.com, pero sabe que el asunto no tiene ningún recorrido judicial. De hecho la condenada será la Cadena SER, que afirma sin pruebas que el portal es un instrumento al servicio de Villarejo sin siquiera dar posibilidad de réplica a los responsables del medio agredido. Las ínfulas de la Cadena SER al impartir clases de periodismo resultan especialmente ridículas teniendo en cuenta que el género periodístico del pinchazo en nuestro país lo inauguraron ellos para dañar al guerrista Txiki Benegas en su batalla interna contra el felipismo.
La torpeza de Daniel Gavela
El regreso de Daniel Gavela provocó cierta alegría en la alicaída redacción de la SER, que sin embargo asiste atónita a sus acciones tras siete meses en el cargo: apercibir y marginar a 'La vida moderna'; cancelar uno de los escasos espacios culturales de la casa, 'SON Estrella Galicia'; darle un programa a Antonio Castelo para que haga bromas sobre sus gustos por las menores; rescatar al desprestigiado Daniel Anido para ponerlo al frente de los informativos; mostrar una evidente cobardía en el diseño de la parrilla, que no cambia un ápice respecto a la temporada anterior (y que salvará los muebles gracias a la torpeza de COPE); y ejecutar un linchamiento contra un nuevo medio basándose en una teoría que se cae por su propio peso.
La guerra de los medios
Mariano Rajoy llegó con mayoría absoluta a La Moncloa y realizó tres tareas en materia mediática: quitarse de encima a sus antiguos aliados (Losantos, Ramírez y Ariza, que se quedaron sin sus altavoces, COPE, El Mundo e Intereconomía TV), convertir RTVE en un lodazal con el enterrador de Telemadrid tutelando a una redacción paralela repleta de comisarios políticos que desayunaban los argumentarios de Génova, y asfixiar a la izquierda tras conseguir que Prisa fuese la principal punta de lanza contra Podemos y el procés.
Adolfo Suárez, Felipe, Aznar y Zapatero sufrieron en su contra a un heterogéneo ejército mediático, saludable contrapoder que solo tuvo un lamparón: no se atrevieron con Zarzuela. Rajoy sin embargo se sirvió de la debilidad mediática tras la crisis, de la propia reconversión del papel y de la Ley Mordaza para callar a una ciudadanía indignada con la corrupción y los recortes. Pedro Sánchez cortó esta anomalía tras su sorprendente acceso al poder por sorpresa y de ahí que RTVE vuelva a la decencia con una redacción controlada por los periodistas y que Prisa vuelva a la izquierda tras años de dictadura cebrianita.
El clima
El saludable clima mediático de los últimos meses puede desaparecer con esta guerra sucia liderada por la SER. En realidad el problema original del Gobierno es su diseño: en la foto había demasiados votantes de Ciudadanos trajeados, el eterno complejo de la izquierda, que proveían al retrato de una involuntaria parodia del reformismo burgués de la II República. Con esta imagen Sánchez embellecía las camisetas reivindicativas de sus socios, incluyendo guiños del oportunista Iván Redondo hacia Alemania, Nadia Calviño, y hacia el nacionalismo español, Borrell.
El guión parecía inalterable y hasta las caídas de Huerta y Montón (lo más decente del Consejo de ministros) se recibieron como un síntoma saludable de que los tiempos habían cambiado para bien. Pero la agenda política de Redondo saltó por los aires por las mentiras de Dolores Delgado, por la torpe rueda de prensa del astronauta, que no paga impuestos y desprecia a la educación pública, y por el bochornoso discurso de Celaá, que está situada al nivel de MAR durante el primer Gobierno de Aznar.
Dice Carmen Calvo que la libertad de expresión no lo aguanta todo, afirmación ridícula teniendo en cuenta que Moncloa.com no ha publicado una sola mentira. El Gobierno debiera recapacitar y depurarse porque Pedro Sánchez aun tiene dos años por delante para revertir recortes sociales y eliminar las anacrónicas leyes de Rajoy en materia de derechos básicos. Pero ni con el examen de conciencia pendiente no logrará tapar su triple cobardía al negarse a que se investiguen los chanchullos de la corona, al aparcar la publicación de la lista de amnistiados fiscales y al mantener a presos políticos encarcelados.
Aciertos y errores
En poco más de cien días Sánchez ha tenido varios aciertos (Sanidad Universal, diálogo con Catalunya, revisión de las inmatriculaciones eclesiales y decisión de sacar a Franco de un cementerio repleto de huesos republicanos). Pero estas medidas también han podido ser advertidas como simples cortinas de humo para tapar su triple cobardía. Su nerviosismo puede ser comprensible teniendo en cuenta que tiene que sufrir los embates de la derecha política, incapaz de asumir que el Estado no tiene que estar por decreto en sus manos.
Casado ha decidido que el PP no tiene que dejar de robar y para ello ha restaurado la imagen de Aznar, con el que le quitará votos a Rivera y a VOX. Ahora el vocero de la España que madruga, cuándo él se despertaba a la hora de comer porque no estudiaba, quiere deslegitimar a Sánchez con una infecta campaña mediática que tape sus carencias y su pasado, idiota estrategia porque el PP pierde cada vez que calienta el terreno de juego (1993 y 2008) y gana cada vez que rebaja la tensión (1996 y 2011).
Afirma la derecha que estamos ante un Gobierno Okupa o Frankestein porque los socialistas mandan en minoría apoyados por los nacionalistas, idéntica situación a la que disfrutó Rajoy hasta junio. Pero Sánchez seguirá sufriendo un linchamiento lleno de insultos o campañas xenófobas como la de ABC, que se retrató con su investigación sobre la tesis, o la deriva pepera de El Confidencial, convertido en un pasquín de partido. Todo vale para cargarse al Gobierno del cambio, incluso que El Mundo tenga a Jenaro Castro dando clases de televisión pública o que Dragó haga apología del franquismo. Miserable es el ejército mediático conservador, pero el progresista se ha puesto al mismo nivel con esta vomitiva campaña de Prisa.
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