Las banderas se inventaron para que los esclavos más imbéciles dieran su vida por los objetivos del amo del cotarro. Esta herencia medieval no solo sobrevive, sino que ha intensificado su fuerza a consecuencia del desconcierto global.
Y una de las víctimas del anacronismo ha sido Dani Mateo, que en un sketch se sonó los mocos con la bandera rojigualda. Sobre el citado trapo hay mucho que decir: es el símbolo de los menos demócratas del barrio y en el 78 debieran haberlo jubilado.
Pero faltó valor y ahora sobran hipócritas que defienden las políticas de bandas corruptas que saquearon la patria con el aval del nacionalismo español, que ayer celebró carnaval en Alsasua con ese sujeto sin escrúpulos llamado Albert Rivera intentando arañar tres cochinos votos en competencia con el PP y VOX.
Estos tres partidos, que en Navarra suman un 6% de voto, saben que con el fantasma de ETA asustan a los despistados que no todavía no sepan que lo de Alsasua es un caso de injusticia judicial contra unos chavales a los que les han jodido la vida: trece años de cárcel por una pelea de bar. Con dos cojones.
Dani Mateo
En la citada polémica televisiva ha habido cinco errores: La Sexta no tendría que haber retirado el vídeo, Dani Mateo no tuvo que largarse de Twitter, la Clínica Baviera no tiene que existir, oportunistas como Frank Cuesta no deben ser escuchados y a la caverna mediática no hay que darle valor por cínica.
Lo dice Buenafuente: "hay que reírse hasta de lo que se respeta". Respetemos las banderas sin prescindir de la comedia y despreciemos a los sinvergüenzas que hacen negocio con ellas.
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