Resulta llamativo que la COPE siga sin llevar a los tribunales a su exestrella José Antonio Abellán después de que haya acusado a la cúpula de la emisora de comprar el EGM, emitir a través de postes ilegales, robar el dinero de los conciertos solidarios de Cadena 100 y contratar a un sicario a cambio de 300.000 euros.
Fernando Giménez Barriocanal, cojo sin el PP en La Moncloa, mira para otro lado mientras utiliza la guerra sucia para acallar al locutor, que demostró que el vicepresidente del Grupo COPE alardeó en la compra del EGM y en su denuncia sobre los postes ilegales.
Cierto es que pocos medios han comprado el discurso de Abellán, en parte por el miedo a enfrentarse a COPE y en parte porque algunas denuncias del fundador de La Jungla Radio tienen poco fuste: ni la COPE compró Punto Radio para acallarle, ni José García Molina fue investido vicepresidente de Castilla-La Mancha a cambio de silenciar su discurso, ni Barriocanal tiene nada que ver en su guerra judicial con los nuevos propietarios de Radio 4G.
Ni sus diez fracasos profesionales en su "lustro maldito" son siempre atribuibles a sus exjefes, ni Radio 4G fracasó por culpa de Vértice 360, que negó a mantener ese chiringuito familiar que incluye a Mara Colás, capaz de denunciar el "machismo" de Pablo Pereiro y utilizar su cuenta de Twitter para vocear en favor de Vox, y la expromesa de estrella Sharay Abellán, enrolada con la videncia y basuras similares.
Es decir, que el que fuese director de los Deportes de COPE durante una década debería afinar su discurso para que algunas verdades que cuenta no se conviertan en irrelevantes por culpa de una errática dosificación.
Abellán debe aprender de sus errores: fue compinche mediático de Florentino Pérez y ejecutor de Ramón Calderón y solo empezó a contar la verdad sobre el 'Ser superior' cuando su mensaje era prácticamente inaudible.
La denuncia
Abellán denunció hace diez días en 'La Voz' de César Vidal que Barriocanal ofreció 300.000 euros a un exagente del CNI, Miguel Sanz Garro. El locutor afirma que hubo una negociación en el Hotel Palace en la que también participaron Rafael Pérez del Puerto, José María Gortázar y José María Gil Tamayo.
La supuesta presencia del actual secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal en un capítulo mafioso podría haber removido a la Iglesia Católica española si ésta no estuviese anegada por una catarata de denuncias por pederastia, cuyo porcentaje es "irrelevante" según Barriocanal.
Abellán también tuvo munición para otros excuates: llamó "puta barata" a Jiménez Losantos por venderse "por unas cuñas" y acusó a Paolo Vasile de beneficiarse de los conciertos solidarios que supuestamente se organizan para la lucha contra el cáncer.
Abellán tiene que cambiar de estrategia
José Antonio Abellán es el 'Villarejo' de la prensa deportiva: grabó durante años a Florentino Pérez y reprodujo sus comentarios en el libro 'Asalto al Real Madrid'. Pero cierto es que cobardeó en lo importante: al presidente de ACS no le atribuye ningún chanchullo y solo es capaz de ponerle en su boca comentarios despectivos e insignificantes contra futbolistas y periodistas.
Barriocanal, escarmentado tras su derrota judicial contra InfoVaticana, sabe que su exestrella tiene dossieres y audios que podrían ponerle en peligro: el presidente de COPE estará civilmente muerto y con un camino de la prisión si Abellán publica las pruebas que podrían demostrar que la cúpula de la emisora tiene en el extranjero algunas cuentas bancarias que acogerían los beneficios ocultos de los conciertos solidarios publicitados con la radio de la Conferencia Episcopal.
COPE por ahora guarda silencio: sabe que no le perjudica el anacrónico EGM que indirectamente reparte decenas de millones de euros. Sabe que no le perjudica que los caciques autonómicos repartan las licencias a dedo sin exigir la función local. Sabe que las diatribas contra el EGM de sus estrellas pretéritas (Abellán, García y Losantos) y actuales (Herrera o Pepe Domingo Castaño) son papel mojado porque ellos prefieren ser cola de león de una industria aletargada en una máquina del tiempo mientras la radio digital, que democratizaría los postes, sigue con el freno de mano político echado.
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