'Salvados' es un programa que ha marcado época tras haber demostrado su contrastada capacidad de dar voz y voto a los afectados por la Gran Recesión de 2008. Cierto es que el programa ha ido suavizando su mensaje conforme La Sexta dejaba de ser el altavoz del 15-M para convertirse en la voz del unionismo socialdemócrata.
Évole dejó el programa tras encadenar siete años sin hablar de la monarquía y este valiente peso nos ha hurtado por poco tiempo a un gran presentador que contaba con una mirada entre infantil y curiosa que tenía cierto derecho de pernada en el mundo de los mayores por su pasado como gamberro televisivo en los shows de Buenafuente.
Gonzo, el nuevo presentador, ha demostrado a la fecha que tiene una voz más vehemente y militante que su antecesor, características que no tienen por qué ser negativas. Pero indudablemente 'Salvados' perderá algunos apoyos transversales que disfrutaba, ya que hasta la fecha solo estaba mal visto por la extrema derecha mediática.
El nuevo presentador es un sustituto de garantías y un acierto, pero es evidente que 'Salvados' podría haber realizado un excelente trabajo en su vuelta con un episodio grabado en Cataluña. Y es que Gonzo se detuvo en el acoso sexual, primo-hermano de la lacra machista que provoca más muertos que los 'malvados independentistas'.
Y el programa, con Barcelona ardiendo, con las elecciones a la vuelta de la esquina y con el tirano a punto de salir del Valle de los Caídos, quizás no logró la audiencia que podría haber conseguido con otros temas de rabiosa actualidad.
'Salvados' volvió ayer con un tema valiente, denunció las prácticas infames de dos de los principales anunciantes de Atresmedia (El Corte Inglés y La Caixa), no realizó ningún guiño a Jordi Évole (que sigue produciendo el programa), repitió la sobresaliente puesta de escena a la que nos tiene acostumbrados y recabó una acertada selección de testimonios de unas víctimas que se han cansado de callar.
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