Gonzo despereza 'Salvados' tras cinco años de siesta




A inicios de 2016 el establishment mediático español giró hacia la derecha porque el aliento televisivo a los dos grandes movimientos político-sociales de la última década, Podemos y el procés, habían dejado de rentarle a los macabros juegos demoscópicos que pergreñaba Pedro Arriola en favor del faraón Mariano Rajoy (principal beneficiado de que las teles estuvieran cebando temas que rompían a la izquierda, desgastaban al PSOE y alteraban el ciclo turnista que, a causa de la corrupción y los recortes, debería haber dejado al PP sin poder en 2015 en vez de en 2018).

El PP veía que podía perder La Moncloa y la prensa madrileña sacó el fusil para emprender una guerra sucia contra Podemos, que recibió metralla desde todos los lugares de la plaza, y del PSOE de Pedro Sánchez, insultado por El País antes de dimitir como secretario general (y travestirse de izquierdista para ganar las primarias contra 'la niña de los ERE' y 'Mister X', que imparten lecciones de ética gracias a la guadianesca amnesia de la derecha mediática). 

Cinco años de siesta

Hace cinco años las teles le privaron del foco a Podemos e insultaron a los demócratas catalanes que simplemente pedían una solución pacífica y democrática a un asunto político. Este hecho redundó contra 'Salvados', que hasta entonces solo parecía tener el tema tabú más habitual: la corrupta monarquía borbónica.

El programa pareció quedarse sin colmillos en 2017 y apenas se detuvo en Cataluña a pesar de la influencia que goza en su tierra Jordi Évole, que se había convertido por méritos propios en el narrador de un periodo en el que en España confluyeron varias crisis.

Y el programa, quizás el más influyente de La Sexta (tal y como bien sabía el fallecido José Manuel Lara), paso a apostar por temas más costumbristas y menos peligrosos: 'Salvados' en 2017 dejó de 'limpiar España' y se echó a la siesta tras contribuir a haber creado un clima mediático que podría haber favorecido un proceso constitucional que, de haber sorpassado Unidos Podemos al PSOE en 2016, podría haber contenido a esa cortesana oligarquía castellana. 

Temas menos comprometidos

'Salvados' se detuvo en 2017 en Trump, la 'España vaciada', Doñana, Venezuela o el Daesh. Évole solo habló de Cataluña a toro pasado. Lo hizo tras el estallido del 1O para conciliar, cara a cara ZP-Mas, y para hablar de las elecciones autonómicas que acabaría perdiendo La Moncloa porque Soraya minusvaloró el tirón electoral de Carles Puigdemont. 

¿Y 2018 en 'Salvados'? Abusos sexuales a menores, recuerdos de las guerras radiofónicas García-De la Morena, homenaje al film 'Campeones', tertulia autonomista con Revilla gritando sandeces y entrevista al aburrimiento hecho ser humano, Andrés Iniesta. 

El final de Évole

Es evidente que 'Salvados' perdió progresivamente audiencia (pasó del 14% que rondó Évole entre 2012 y el primer semestre de 2016 al 8% que marcó Gonzo en 2020). El programa se quedó sin empuje y comenzó a tratar temas, muy loables, pero que en nada tenían que ver con el espíritu contestario que convirtió a Jordi Évole en el 'Pepito Grillo' de la chusma endomingada. 

En 2019 Évole decidió dejar 'Salvados' con una tanda que contó con una estelar entrevista al Papa Francisco, un cara a cara sobre las tablas con el contrastado actor Alfonso Guerra (solo superado en el arte del embuste por el millonario José Bono), una noche en el museo sin cera con Tita Cervera y un simpático reportaje sobre los camioneros digno de 'La noche temática'.

Gonzo mejoró la selección temática en la segunda tanda de 2019, pero el establishment coronado seguía durmiendo plácidamente: menores que huyen de sus casas, chicas acosadas sexualmente en el trabajo o visita a Evo Morales. Y en 2020 solo se emitieron seis entregas de 'Salvados', muy centradas en la crisis sanitaria. Cabe recordar que el programa llegó a estrenar 32 reportajes en 2016.

¿Y Évole? Persiguiendo sin suerte a Trump, realizando una entrañable elegía a Pau Donés, babeando con Leo Messi, ni sabe ni contesta, y homenajeando a Quintero en 'Lo de Évole', que emuló a 'Cuerda de presos' con Junqueras y charló de forma distendida con las celebrities de moda por videollamada en pleno confinamiento. 

Es decir, ni 'Salvados' ni Évole, que sigue siendo el productor ejecutivo del programa que presenta Gonzo, se habían acercado, en términos periodísticos, a aquellos reportajes repletos de libertad, conciencia social, mala baba y chulería de barrio que fueron a la segunda transición lo que 'La clave' fue a la primera: un estimulante refugio para los aires del cambio.

Resurrección

Es evidente que 'Salvados', con solo dos entregas emitidas en 2021, parece haber recuperado el ritmo informativo de antaño. Gonzo realizó la pasada semana una oportuna entrevista a Pablo Iglesias, que se está vengando de las lógicas 'malditas hemerotecas' con unos dossieres publicados en La última hora, gran acierto el proyecto, sobre una supuesta investigación policial contra Antonio García Ferreras que podría tener idéntico recorrido judicial que el que provocaba la basura que inventaba José Manuel Villarejo y dosificaba Eduardo Inda contra Podemos.

Ayer 'Salvados' volvió a repetir éxito con un sobresaliente relato sobre la manipulación política del sistema judicial gracias a estupendos testimonios del juez Castro o de Santiago Torres. Aunque quizás lo mejor de la noche fue la valentía de Gonzo de confirmar en televisión lo que era vox pópuli en prensa: que Dolores Delgado comparte vida con un señor que cuenta con un incomprensible prestigio en algunos ámbitos progresistas, Baltasar Garzón. 

Cierto es que Gonzo utilizó este chascarillo digno de Lecturas para hablar sobre la posible falta de parcialidad que podría sufrir José Manuel Villarejo, que pone muy nerviosos a varias camarillas periodísticas. 

Y también es evidente que 'Salvados', que se había descapitalizado por la dócil selección temática del último lustro, ha recuperado bríos con dos reportajes en los que sale malparado el Gobierno, que debe ser fiscalizado y está muy poco acostumbrado a la crítica televisiva gracias a la manipulación sanchista de RTVE y a la creciente cobardía de Paolo Vasile (que hace unos años plantaba cara a Aznar y Juan Carlos I y ahora ha decidido 'evitar líos' mientras le regala el monopolio informativo televisivo a Atresmedia, más influyente en la actualidad que Prisa en los noventa). 

A ver si hay suerte y en 2021 Gonzo se atreve por fin sobre la monarquía, tema que no disfruta de un reportaje monográfico en 'Salvados' desde 2012, y sobre los tiburones que se disfrazan de liberales para no admitir que viven de 'papá Estado' mediante la compra de obra pública y la adjudicación de variados servicios con mordidas, magia con la que complementan a la 'mano invisible' que teorizó Adam Smith.

Esta cuadrilla oligopolística, que hace como que lee Financial Times para intentar disfrazar con pose cosmopolita al Martínez Soria que llevan dentro, se está tragando de forma transitoria a Podemos en el Gobierno con tal de que el PSOE no contemple siquiera sugerirle a Felipe VI que cambie la Zarzuela por una casa compartida en Andorra con El Rubius, fuga codiciosa que al menos no resta ningún cerebro al Estado, o por un hotel en Emiratos con el hijo político de Franco, o sea su avispado padre. Sí, ese que trincó 100 kilos en mordidas del AVE a la Meca mientras Renfe perdía 150 kilos. 

Y es que nuestra queridísima familia real elegida por los Dioses, seguramente más por Baco y Afrodita que de Minerva o Atenea, es garante de que el capitalismo de amiguetes helvético-árabe seguirá vigente en la rojigualda Villa y Corte de Ayuso cuando truene de verdad. 


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