Uno
Sánchez le llevaba los cafés a Pepiño hasta que la debacle socialista de 2011 le deja sin boina. El hoy presidente del Gobierno era el tercero en discordia de un grupo de tres que completaban Óscar López y Antonio Hernando, más prestigiados a nivel intelectual en Ferraz que su compañero (que se queda sin escaño en el Congreso y pasa a foguearse en las tertulias neocon de Trece).
Dos
Sánchez se dedica a engordar su currículum ante el invierno político que se le avecina. El madrileño espera que un golpe en el tablero le ponga de pie y quiere hacerse doctor a pesar de es incapaz de esconder el nivel cultural subterráneo que maneja. En noviembre de 2009 escribe en Twitter: "Ser malos, colegas". En diciembre de 2010 explica sus andanzas: "Con mis colegas en el restaurante luna rosa, comiendo una pizza cojonuda".
Tres
Sánchez presenta una tesis doctoral que probablemente no se haya leído. Carlos Ocaña, que había trabajado en la oficina económica de Miguel Sebastián en La Moncloa, cocina 'Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012)' que se convierte en un libro que ambos firman al alimón a pesar de que es un copia y pega de la tesis que se supone que solo hizo Sánchez.
Cuatro
Sánchez recibe una sonrisa de la vida en 2014 a pesar que no se sienta en las plazas con los indignados: Podemos canaliza la indignación ciudadana y lleva las reivindicaciones del 15M a las instituciones. La formación morada protagoniza la sorpresa de las europeas de aquel año y el Sistema lee el mensaje: en unos meses Juan Carlos de Borbón abdica y los líderes progresistas Alfredo Pérez Rubalcaba y Cayo Lara se hacen a un lado. El PSOE abre primarias y Susana Díaz se resiste a dar el paso. Eso sí, la entonces todopoderosa presidenta de la Junta de Andalucía amadrina a Sánchez, que tiene como cometido calentarle la silla y derrotar al entonces izquierdista Eduardo Madina.
Cinco
Sánchez comienza a demostrar que tiene un olfato político por encima de la media, juega la carta centrista y arrasa en las primarias tras vencer por más de diez puntos a Madina, que no gana ni en Euskadi. El desconocido nuevo secretario general del PSOE es más que una cara bonita aunque no tenga armazón intelectual que le proteja.
Seis
Sánchez aguanta por sorpresa la riada de Podemos en las generales de 2015 y la de Unidas Podemos en 2016: el PSOE es segunda fuerza y su secretario general hace su segundo movimiento audaz tras el de las primarias. Sánchez huele la calle y se rebela contra los barones del sur y la vieja guardia de su partido.Y le caen de todos los colores: El País le llama "insensato sin escrúpulos", el susanismo le mira con arrogancia y la vieja guardia echa pestes de él.
Siete
Sánchez se queda colgado de la brocha, se larga de la secretaría general antes de que lo echen y sufre las miradas compasivas de los que le tratan como a un caballo perdedor. El 29 de octubre de 2016 anuncia sus propósitos en Twitter: "El lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar". Y lo hace casi en solitario porque solo le apoyan aventureros como José Luis Ábalos o cuadros medios de provincias como el honesto Santos Cerdán.
Ocho
Sánchez cambia el traje por la camisa remangada, guarda el banderón de España en el armario y copia el discurso contestatario de Podemos para granjearse las simpatías de las bases. El caído líder socialista dispara contra Alierta, la banca y Prisa desde el programa de Évole.
Nueve
Sánchez vence en avales frente a Susana Díaz, lo que invita a barruntar sorpresa. Y finalmente arrasa en las primarias contra la reina del sur. El 'nuevo' secretario general socialista ha llegado a la cima sin deberle nada a nadie.
Diez
Sánchez no se fía de casi nadie. Pero empieza a escuchar algunos consejos de Iván Redondo, que debía estar asesorando a Mariano Rajoy en La Moncloa si la guardia de corps del gallego no hubiese sido analógica.
Once
Sánchez tiene un pasado y cree que Antonio García Ferreras ha estado escarbando en los burdeles que regenta su suegro y en su etapa como consejero de Caja Madrid, que le bonificó la hipoteca. El mandamás de La Sexta se lo niega a gritos en una comida que desvelaría Jesús Maraña en 'Al fondo a la izquierda'.
Doce
Sánchez ante su hora. La corrupción, los recortes y Catalunya carbonizan a Mariano Rajoy, que juega al parchís en un mundo de ajedrecistas con los lapsus 'ayusistas' como mejor herramienta para ganarse simpatías por el contraste que representa con la intensidad de la nueva política. El noctámbulo lerrouxista Albert Rivera huele en 2018 La Moncloa, pero una condena judicial al PP por corrupción sirve al secretario general del PSOE para justificar la presentación de una moción de censura que le llevará al poder. Eso sí, Sánchez vuelve a arriesgar por segunda vez: si perdió el liderazgo del PSOE por negarse a tragar la investidura de Rajoy, ahora le ofrece al gallego que convoque elecciones para retirar la moción. Y vuelve a ganar.
Trece
Sánchez gira al centro y busca no asustar a las élites con Podemos, que le regala apoyos para salir del agujero en el que se ve atrapado Pablo Iglesias (que sufre la guerra sucia de las cloacas de Interior de algunos plumillas). El PSOE forma un Gobierno tecnocrático de guapos sin más ideología que su ambición: Marlaska, Máxim Huerta o un astronauta. Eso sí, el nuevo presidente acompaña la presentación del Ejecutivo con una primera medida que busca calmar a la conciencia progresista: España acogía un barco de más de 600 inmigrantes a la deriva, el Aquarius. Bingo.
Catorce
Sánchez no tiene quien le escriba y encima ha prometido que no utilizará la única herramienta de la que dispone, RTVE. El nuevo presidente del Gobierno había soltado en la presentación de la moción de censura que manipular medios públicos equivale a corrupción. Pero no se resiste a dejar de colocar a alguien de confianza al frente de la Corporación pública. Miguel Barroso y José Miguel Contreras, asesores aulicos del PSOE desde los noventa, le proponen a Fran Llorente. Y en las quinielas aparecen Arsenio Escolar, Tomás Fernando Flores o Ana Pardo de Vera.
Quince
Sánchez sabe que Unidas Podemos dinamita una votación que iba a hacer presidente de RTVE a Tomás Fernando Flores como venganza al veto de la rouresista Ana Pardo de Vera, propuesta por Pablo Iglesias. Y finalmente se ve obligado a nombrar a Rosa María Mateo como administradora única. La periodista entrega el poder a los trabajadores de RTVE, pero en La Moncloa miran con enfado como periodistas progresistas no siguen los dictados gubernamentales, véase Xabier Fortes.
Dieciséis
Sánchez sabe que Prisa ha habido cambios desde el "insensato sin escrúpulos": el inversor Joseph Oughourlian se ha hecho fuerte y ha tumbado al arrogante Juan Luis Cebrián. En La Moncloa comienzan a avisar a accionistas del editor de la SER y El País. El Santander o Telefónica deben abstenerse de contribuir a que tenga éxito la intentona cebrianita de recuperar la sala de máquinas mediante ajados enredadores como César Alierta o Blas Herrero.
Diecisiete
Sánchez e Iván Redondo mangonean RTVE para compensar la hostilidad mediática que les presenta Atresmedia, que consigue doblar el brazo al spin doctor y organizar uno de los debates electorales de las generales de abril de 2019. En La Moncloa se la guardan mientras intentan sortear la metralla que llega de ABC, que prueba las sombras de la tesis del presidente del Gobierno que comenzó a apuntar el vengativo Albert Rivera.
Dieciocho
Sánchez disfruta de la magia de Iván Redondo, que consigue asustar a la ciudadanía con una escisión del PP que ha comenzado a dar miedo en Andalucía: Vox. El PSOE vence las cinco elecciones de 2019 (dos generales, las autonómicas, las municipales y las europeas). Y el trío de Colón no sale de su asombro.
Diecinueve
Sánchez sufre al ver como Albert Rivera se niega a ser su vicepresidente porque cree que será jefe de la oposición en una repetición electoral. El presidente del Gobierno tiene que justificar que vuelva a llamar a las urnas: con Pablo Iglesias en el Gobierno no podría dormir. Pero la repetición no trae novedades y el PSOE acuerda Ejecutivo mixto en 48 horas.
Veinte
Sánchez se consolida a pesar de que la derecha se cree que España es suya e intenta boicotear la investidura del líder socialista mediante una atroz campaña fascista que sufren pequeñas formaciones como el Partido Regionalista de Cantabria o Teruel Existe. El chantaje está sobre el tapete para alegría de Felipe VI, que de su padre ha heredado las siniestras amistades y el silencio mediático que le granjean los mass media.
Veintiuno
Sánchez comienza a gestionar bajo un acuerdo programático progresista que comparte con Iglesias, vicepresidente y artífice del regreso del comunismo al poder tras ocho décadas de muerte, exilio y estigmatización. El Gobierno comienza a despegar... pero una pandemia mundial pone todo patas arriba.
Veintidós
Sánchez comienza a mover los peones mediáticos: La 1 pasa a copiar la parrilla de La Sexta mediante mediocres espacios realizados por pequeñas productoras. Barroso y Contreras aconsejan a La Moncloa que no contrate al caído Roures, que se ha enemistado con Florentino y Ferreras y ha perdido poderosas alianzas por Villarejo, el procés y Podemos.
Veintitrés
Sánchez es consciente de que Rosa María Mateo ha perdido todo su crédito de forma exprés y da luz verde a que Iván Redondo coloque como comisario político en RTVE a Enric Hernández, que cocina espacios como el matinal 'La hora de La 1' o el espacio de debate 'La primera pregunta'. Atresmedia ruge y se produce una guerra fría con Vicente Vallés destacándose como azote gubernamental.
Veinticuatro
Sánchez sabe que Unidas Podemos quiere su cuota de poder en RTVE y se da luz verde a un nuevo espacio liderado por Jesús Cintora, antídoto de Ferreras. El presentador de 'Al rojo vivo' sufre la pérdida de un aliado, José Miguel Contreras, que produce 'Las cosas claras' tras comerle la oreja al PP mediante promesas que quedarán en saco roto porque Cintora, sabiéndose cadáver durante varios meses, apuntará alto.
Veinticinco
Sánchez no quiere que la sangre llegue al río y pacta con el PP la renovación del Consejo de Administración de RTVE tras haber firmado la paz con el Grupo Planeta, que llevaba meses confeccionando una hagiografía sobre Iván Redondo.
Veintiséis
Sánchez respira por el apoliticismo de Mediaset y por el creciente perfil bajo político que están adoptando grupos conservadores como Unidad Editorial o Vocento.
Veintisiete
Sánchez no tiene ningún gran enemigo activo en el horizonte mediático, que es una situación incluso mejor que la que disfrutó Mariano Rajoy (que desactivó a El País y La Sexta mediante abrazos).
Veintiocho
Sánchez hoy en día disfruta el confort que le proporciona Prisa, que se digitaliza bajo la presidencia de Joseph Oughourlian y la tutela de Miguel Barroso.
Veintinueve
Sánchez sigue confiando en el tándem Contreras-Barroso, que aplauden la muerte política de Iván Redondo. Especialmente destacado es el papel de José Miguel Contreras, que retiene el contrato del mediodía de La 1 tras el despido de Cintora y tutela el ruinoso Infolibre.
Treinta
Sánchez ve con buenos ojos que el nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, ejecute el pacto entre PSOE y PP que tanto enfada a Unidas Podemos, a 'los migueles' y al virrey de los brujos visitadores de La Moncloa en la pública, Fran Llorente. Barroso apadrina el fichaje de Llorente por Prisa, que dispara contra Pérez Tornero a través de El País. Contreras y Barroso han conseguido que los mediocres López y Hernando asesoren al presidente del Gobierno, que sostiene a Pérez Tornero y tiene quince meses para voltear sondeos sin Iván Redondo. Veremos si la combinación de su contrastado olfato y la miopía de Pablo Casado son suficientes para mantenerse en el trono.
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